Una tarde divertida
Se pasó bien. O sea, que todo el mundo contento. No tanto los aficionados que habían llegado desde fuera para ver triunfar a sus respectivos ídolos, Luis de Pauloba y Cristo González, porque ese triunfo no se produjo; pero lo rondaron. Luis de Pauloba, que debutaba en Madrid, y Cristo González, que repetía, estuvieron bien -con las salvedades que luego se dirán-, gustaron al público y eso ya es mucho en Las Ventas, plaza de muchas seriedades y exigencias.Ocurre que después de la apoteósica tarde del pasado 30 de mayo, con salida de los novilleros por la puerta grande -uno de ellos el propio Cristo González- la gente se había creído que Las Ventas es jauja y tampoco se trata de eso. Las Ventas, aun convertida en plaza amable al estilo de ayer, analiza, discierne y pone a cada cual en su sitio.
Palomo / Rodríguez, Pauloba,
GonzálezCinco novillos de Palomo Linares, muy bien presentados, mansos en varas pero encastados y nobles; 4º sobrero de Caridad Cobaleda, con trapío, manso. Miguel Rodríguez: estocada corta atravesada trasera (ovación); estocada tendida trasera saliendo trompicado, rueda de peones y tres descabellos (ovación y salida al tercio). Luis de Pauloba, de Aznalcóllar (Sevilla) nuevo en esta plaza: pinchazo delantero, otro atravesado perpendicular, otro bajo, estocada perpendicular delantera que asoma entre los brazuelos y dos descabellos (ovación y salida al tercio); estocada perpendicular delantera muy baja (ovación y salida a los medios). Cristo González: estocada delantera (aplausos); pinchazo, media, rueda de peones y descabello (ovación y salida al tercio). Plaza de Las Ventas, 10 de junio. Media entrada.
No es que en Las Ventas sea imposible triunfar: ahí está el 30 de mayo; es que sabe cómo se hace el toreo. No bastan las buenas maneras, aunque se valoren en sus justos términos, sobre todo cuando salen novillos con la boyantía que exhibieron casi todos los de ayer, pues este factor fundamental lo tiene muy en cuenta la afición madrileña.
Luis de Pauloba toreó con pinturería, ligó tandas de reIdondos y naturales largos y templados, los abrochó con excelentes pases de pecho. Se tomó nota, sin embargo, de que mientras el primer muletazo de cada serie lo instrumentaba con toda la, verdad del mundo, cargando la suerte, en los siguientes ya se ponía fuera de cacho, medio tumbado, la pierna contraria atrás, la muleta delante cuanto daba de sí el brazo... Además mató de manera horrenda, a capón. El público en general, que le aplaudió mucho, quizá ni advirtió estas trazas, mientras los aficionados, que se las saben todas pues llevan ya vistas muchas corridas y muchas faenas en su vida, sí lo advirtieron. Y los aficionados, aunque sean pocos, pesan mucho en la plaza de Madrid.
A Cristo González le han dicho que se parece a Manolete y se empeña en amanoletarse. Cada cual se amanoleta o se abelmonta cuando le viene en gana, porque esto es una democracia y lo permite la Constitución, mas en arte las imitaciones jamás fueron buenas y en toreo incluso pueden llegar a ser peligrosas. No se les puede hacer la misma faena a todos los toros porque no hay dos igual es. Ahí restó Cristo González la posibilidad de luci miento pleno con sus novillos. Pudo apreciarse, sin embargo que tiene una enorme serenidad, atesora el don del temple, y estas son raras virtudes que habrían impresionado aún más que los estatuarios con que inició su primera faena y las manoletinas con que concluyó la segunda, si las hubiera sabido aplicar al toreo bueno.
De ninguna parte tenían que llegar partidarios para animar a Miguel Rodríguez, pues los tiene aquí: es del foro. Lo cual no quiere decir que gozara de favoritismo. La afición de Las Ventas no pide el carné de identidad a nadie. De manera que cuando se aliviaba en su primer novillo con los truquitos antes dichos, le avisaron desde el tendido que se le iría sin torear, y así ocurrió. En cambio, con el cuarto, que tenía trapío de toro y genio, estuvo pundonoroso, valiente, torero, no le importó sufrir alguna tarascada y resolvió decorosamente la difícil papeléta.
El público despidió a los novilleros con una larga ovación, porque le hicieron pasar una tarde divertida y se lo agradecía en el alma. Ahora mismo está deseando ver a los tres otra vez. La afición a lo mejor no se divirtió tanto -pues picos, suertes descargadas y otras ventajillas desconsuelan mucho- pero seguro que también está deseando ver otra vez a los tres novilleros. Apuntan detalles: toreros y si tienen defectos, ya los corregirán.
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