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FERIA DE SAN ISIDRO

Los toreros, indignados con el público

La indignación con que un sector del público despidió a almohadillazos a los matadores era recíproca por parte de éstos al acabar el festejo. Los tres coincidían en señalar que no merecieron ese tratamiento y que seguramente pagaron culpas ajenas.Las primeras palabras de José Luis Parada eran acusatorias para los espectadores, matizando que se refería no a los que protestaban sino a los lanzadores de todo tipo de objetos: "Eso no es digno de la excelente afición de Madrid. Las agresiones nunca están justificadas, pero menos cuando nosotros en el ruedo no las hemos provocado". Aseguraba que pese a que sus enemigos fueron peligrosos y muy parados, al segundo te dio pases de mérito, que no llegaron a más por las molestias que le causaba el aire: "Aunque noté una tensión especial en los tendidos y no se me hacía mucho caso". Concluía criticando de nuevo al público: "Comprendo que estén cansados de una mala feria, pero ¿qué culpa tengo yo?".

Pepe Luis Vázquez comentaba con humor el triste final: "Tiene guasa, una feria con muchas tardes malas y lo va a pagar el último, que he sido yo". No ocultaba su enfado por la reacción de los espectadores, que comenzó cuando su cuadrilla se mostró incapaz de bariderillear al sexto: "Los hombres estuvieron muy desacertados, pero no parajustíficar el escándalo ni los almohadillazos que me he llevado".

Lo peor fue el viento

Aunque tampoco le gustaron los toros, lo peor para él fue el viento: "Sin él me habría confiado más con el primero, aunque sin llegar a un gran triunfo porque no servía". Pese al escándalo, se ofrecía para actuar más adelante en Las Ventas: "Supongo que entonces esta normalmente buena áfición ya habrá olvidado la feria y no estará tan exaltada".

Curro Vázquez salió infiltrado en un pie que se lesionó en su antenor corrida, y se marchó rápidamente del hotel después del festejo para que le reconociese en su casa el doctor García Padrós, cirujanojefe de la enfermería. Su hermano Antonio, mozo de espadas del diestro, afirmaba que en el viaje de regreso al hotel, el torero se mostró muy enfadado con el público: "Se sentía utilizado como responsable de culpas ajenas y eso le dolía mucho".

También le dolían los almohadillazos que recibió, algunos en pleno rostro, por rechazar la protección policial cuando iba a abandonar el ruedo: "No le gusta salir entre policías nunca, pero menos hoy porque iba tranquilo, pensando que las iras desatadas no le afectaban". Añadió que también comentaron el pésimo juego y el peligro de los toros.

El subalterno José Castilla, habitual en el tendido tres cuando no actúa en el ruedo, aprovechaba ayer el nombre del último toro de la feria, Indigno, para resumir ésta: "Ha sido mala porque, en líneas generales, ha faltado lo que da emoción, el toro, a excepción del de las dos orejas de Lozano y pocos más". Este nombre le servía también como calificativo al público ayer.

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