Butragueño y Dios
En unas declaraciones recientes a la prensa, Emilio Butragueno dice que con la ayuda de Dios España puede quedar estupendamente clasificada en el Mundial. Esta frase lo lleva a uno a consideraciones teológicas y metafisicas.Porque, vamos a ver, ¿qué pretende el señor Butragueño?, ¿que Dios Nuestro Señor salga de suplente de Hugo Sánchez para hacer la pared con él y rematar chilenas de espalda?, ¿que el Sumo Hacedor fiche por el equipo español y le meta la goleada a quien se ponga por delante, aunque sean tan católicos y apostólicos como él o como yo? Y supongo que pretende además que fiche gratis, como si los contratos de los futbolistas no estuviesen por las nubes.
¿O pretende que Nuestro Señor inspire a los árbitros y éstos piten penalti cada vez que él tropíece dentro del área?
A Dios hay que suponerle equidistante de todos sus hijos, con independencia de la camiseta que vistan. A menudo se ve cómo los jugadores de un equipo saltan al campo haciendo la señal de la cruz con gesto recatado y modélico, pero luego pierden el partido. ¿Por qué? Porque Dios es imparcial, mucho más imparcial que cualquier árbitro de fútbol, incluido Díaz Loza.
El fútbol es un deporte en el que juegan accionistas de potentes multinacionales, pero al fin y al cabo es un juego, no una ordafa o "juicio de Dios" en el que gana el que tenga más razón. Los jugadores salen al campo a meter goles y no a dirimir alguna cuestión pendiente de carácter teológico. Salen a ganar sea como sea, incluso repartiendo patadas a diestro y siniestro. No pretenderá que Dios salga al campo a repartir leña o a tirarse a la piscina, ¿no? Supongo que no.
Si las cosas fueran como Butragueño supone que son, en vez de hacer entrenamientos y ejercicios gimnásticos deberían hacer procesiones con cirios como estacas, rezar rosarios sin parar, o aprovechar las concentraciones para hacer ejercicios espirituales dirigidos por el padre Luis Suárez, que se parece a san Luis Gonzaga, su patrón, pero con acento gallego.
Aparte de otra cuestión teologal: si son eliminados a las primeras de cambio, ¿se va a atrever a decir que han sido eliminados por culpa de Dios, que no les ha echado una mano, o un pie, hablando más propiamente? Eso sería ir muy lejos. Hasta ahora siempre se le echó la culpa al árbitro cuando se pierde un partido, pero echarle la culpa a Dios me parece incluso herético, las cosas como son.
Pero, ahora que caigo, viéndole jugar partidos con el -Real Madrid, a menudo parece que se le va el santo al cielo y se olvida de la pelota. Parece como si entrase en trance y anduviese levitando por el campo completamente olvidado de dónde está la portería contraria. Uno lleva temporadas deseando verle jugar
un día como todos sabemos que sabe hacerlo, pero, salvo algún gol inverosímil, no he conseguido aún verle hacer un partido completo.
En eso de apalear millones y encomendarse a Dios al mismo tiempo hay en España precedentes clamorosos. Y alguno de ellos, en pleno proceso de beatificación.-
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