La ausencia del patriarca
Sólo la ausencia del patriarca diferencia el Teherán de hoy' del de hace un año. La revolución islámica ha terminado, pero todavía no ha sonado' la hora de la apertura que la mayoría de iraníes -incluidos muchos partidarios del régimen islámico- y la comunidad internacional desean del presidente Hachemí Raf:sanyani. En la gris, calurosa y superpoblada capital iraní reina un clima de espera. Las gentes están muy lejos de un espíritu de revuelta y los más confian en una evolución del régimen islámico.La crisis económica es grave. No es que Irán esté en la miseria. El país es rico en petróleo y sus gentes industriosas, pero la recuperación prometida por Rafsanyani no llega a despegar.
La situación de expectativa domina también las relaciones internacionales. Rafsanyani ha establecido una política de buena vecindad con la URSS al precio de no citar a los musulmanes de Azerbaiyán y de bajar el tono en la cuestión afgana. Los contenciosos de Irán con Occidente son más complicados. Respecto a los rehenes de Líbano, Irán cree que ya ha hecho su gesto de buena voluntad con la reciente liberación de dos norteamericanos. Y a los líderes iraníes les resulta imposible levantar la condena a muerte de Salman Rushdie. Sería como desautorizar al que fue su maestro y sigue siendo un mito para millones de iraníes y musulmanes de todo el planeta.
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