La memoria de Tiahuanaco
Con el propósito de recaudar fondos para las ruinas de Tiahuanaco, situadas en las proximidades del lago Titicaca, a casi 4.000 metros de altitud, se presentaron por primera vez en España los Kjarkas. La historia más reciente de este grupo de Cochabamba (Bolivia), fundado en 1973, está ligada al fenómeno de la lambada. La canción que grabó Kaoma fue copiada de un tema compuesto en 1981 por los hermanos Gonzalo y Ulises Hermosa, con el título de Llorando se fue. La interpretaron en las postrimerías del recital, insistiendo en el dolor que les supone fodo lo ocurrido. Aquellos que no hayan oído nunca, cosa harto probable, la versión original de los Kjarkas basta con que imaginen la famosa lambada nota por nota, con un tempo ligeramente ralentizádo y con la sonoridad que caracteriza a las formaciones de cuño andino. Así de sencillo.A pesar de hallarse algo mermados, tanto por los respectivos resfriados.como por la obligada ausencia de su director, Gonzalo Hermosa, con problemas de salud, los Kjarkas demostraron ser una buena agrupación de música folclóricw Durante hora y cuarto: átaviádos'con' típicos ponchos, tocaron sus canciones, que se desarrollan a partir de los ritmos de-aquellas tierras: wayños, carñavalitos, pasacalles, sayas... Sonidos sin sorpresas a cargo de quenas, bombos, zampoñas, guitarras y charangos.
Kjarkas
Ulises Hermosa (bombo, guitarra y voz), Elmer Hermosa (ronroco y voz), Gastán Guardia (flautas y voz), Fernando Torrico (charango y voz) y Edwin Castellanos (guitarra y voz). 500 personas. Precio: 2.500 a 10.000 pesetas. Auditorio Nacional. Madrid, 29 de mayo.
En la música de los descendientes de aimaras y quechuas, de aire solemne y ritual, se percibe siempre cierta melancolía. Una sensibilidad herida impregna incluso sus momentos más animados. Y uno puede recordar entonces las miradas de los niños del Altiplano, adultas antes de tiempo, que parecen soportar con resignación el, peso de siglos de sufrimiento e injusticia. Cuenta una leyenda que el dios Viracocha creó el cielo, la tierra y los honibre!; éstos pecaron y el dios los transformó en piedras. Ése sería el origen de las estatuas que se encuentran en Tiahuanaco. Es en ese pasado, que sigue guardarído celoso algunos de sus enigmas, que los Kjarkas hunden sus raíces musicales, contribuyendo también con sus propias composiciones a preservar la memoria de una civilización ancestral.
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