Prodigalidad presidencial
No siempre lo que refleja la ficha, donde se consignan los trofeos alcanzados por los diestros, se corresponde con la auténtica valoración de lo acaecido en la plaza. La de Sanlúcar tiene acreditada fama de benévola, y la presidencia, de pródiga. De ahí que las cinco orejas concedidas y, desde luego pedidas por el público, pudieran hacer creer que a lo largo de toda la tarde estuvo presente la verdad del toreo. La hubo sin duda, en dos ocasiones: una faena de Emilio Muñoz al quinto toro y una estocada, en la suerte de recibir, de perfecta ejecución y efecto fulminante, de José Luis Galloso.Al diestro portuense, que sustituía a Litri, le tocó un bravo toro, noble y pastueño, que se comía la muleta. Se le dio la vuelta al ruedo a petición del público, aunque el presidente no llegó a sacar el pañuelo azul. Le dio Galloso a tan encomiable animal muletazos sobre ambas manos sin embarcar nunca al toro en la panza de la muleta, con claro abuso de la ventaja del pico. Los pases de pecho tuvieron más enjundia. La faena fue ligada pero le faltó hondura. Al primero, noble y blando, lo toreó también con el pico, y le faltó continuidad pues cortaba las series, tras dos o tres pases regulares y el de pecho. También lo mató recibiendo, aunque al segundo intento y con menos apreturas.
González / Galloso, Muñoz, Aparicio
Cinco toros de Manolo González y uno de González Sanchez-Dalp, bien presentados, de desigual juego; 4º premiado con vuelta al ruedo. José Luis Galloso: pinchazo y estocada recibiendo (oreja); estocada recibiendo (dos orejas). Emilio Muñoz: estocada caída (oreja); estocada tendida y trasera (oreja). Julio Aparicio: bajonazo (división de opiniones); dos pinchazos y seis descabellos; aviso (silencio).Plaza de Sanlúcar de Barrameda, 27 de mayo. Corrida de feria. Un tercio de entrada.
El toreo de verdad fue patrimonio de Emilio Muñoz en el mansurrón quinto. Lo toreaba con hondura, y eso que el toro no tenía larga la trayectoria. Los muletazos, rematados con torería en la cadera, y los pases de pecho, quebrando la trayectoria del toro y trayéndoselo a la hombrera, tuvieron categoría. Después vinieron muy toreros derechazos a pies juntos, gustándose el diestro. La faena a su primero, un manso, careció de limpieza. Hay que anotar, sin embargo, un primoroso trincherazo y un molinete con la mano izquierda sin irse a los costillares.
Julio Aparicio anduvo poco relajado. Con el capote, siempre la pierna atrás. Al tercero lo toreó muy precavido. En el sexto, desaprovechó las primeras acometidas y se centró, en la segunda parte de la faena, con muletazos sueltos de gran inspiración y desde luego con pellizco. Es verdad que tuvo el peor lote, pero le hemos visto con gran desconfianza.
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