Oliva y De la Viña se quejan del público

, Emilio Oliva y Rafi de la Viña coincidían tras el festejo en criticar al público, que, según ellos, les había tratado injustamente. Aunque sus quejas eran similares, exigencias de faenas con toros imposibles y falta de respeto mientras se jugaban la vida, de la Viña las exponía con mayor dureza y enfado.

El albacetense, que salió disparado del hotel nada más cambiarse porque hoy torea en Nimes, centraba sus críticas en sectores de los tendidos siete y ocho, aunque decía que la plaza, en general, estuvo rara toda la tarde: "Pero esos dos sectores tal vez creyeron que tenía delante dos bombones, cuando eran toros peligrosísimos y expuse la vida con ambos mientras escuchaba las protestas a destiempo". Añadía que el viento fue otro de los enemigos a los que hubo que enfrentarse: "Sobre todo con mi primer toro, manejable por el pitón derecho a base de tragar. Le saqué algunos muletazos jaleados por el resto de la plaza, pero arreciaron las protestas en el siete y en el ocho, y contagiaron a los demás".

Su apoderado, Justo Ojeda, refrendaba las opiniones del torero y añadía: "Rafi no ha triunfado, pero tampoco fracasado. Y por la feria han pasado otros, algunos de ellos figuras, con toros cómodos y a los que se les caían las orejas y no hicieron nada". Terminaba comentando que el albacetense tiene la temporada hecha y únicamente le afectaba su discreto paso por Madrid en que perderá algo de velocidad su ascenso hasta la cumbre: "Será máxima figura, pese a la incredulidad de algunos y la dureza de parte del público".

El enfado de Oliva era menor en el momento de la conversación: "Sí, porque si hubiera hablado en la plaza me habrían detenido, sobre todo cuando empezó el cachondeíto de contarme los descabellos, con lo cual me puse más nervioso. Un respeto, hombre, un respeto".

Agregaba que ya en el hotel comprendía en parte que la gente, cuyo comportamiento calificó de extraño, no se divierta y proteste: "Pero que se queje a la ganadera por enviar esa corrida tan sobrada de kilos y fuera de tipo y no a nosotros, que no tenemos fuerza para elegir las divisas con las que actuamos".

Decía que, pese a las dificultades que presentaba también su segundo animal, lo brindó a la Condesa de Barcelona, madre del Rey, por respeto y obligación, al ser su último toro de la feria y para ver si le daba suerte.

Manili discrepa

Manili discrepaba de sus compañeros en cuanto al público, al que había visto muy cariñoso con él: "Han comprendido perfectamente que fue una corrida muy sosa, que no transmitía y han valorado mi esfuerzo de sacarlos al platillo para intentar un lucimiento imposible, pese a que allí hacía mucho más aire". Bromeaba al recordar sus promesas anteriores al festejo de que iba a demostrar que también sabe torear con calidad: "Baja el mejor diestro de la historia y no es capaz de ello. Aunque yo confío en pasar a la historia también, reconozco que los milagros no se me dan bien".