Los socialistas portugueses preparan la reconquista del poder 1991
ENVIADA ESPECIAL El Congreso Nacional del PS, que se celebra este fin de semana en Oporto, tiene como principal objetivo dar un nuevo impulso a la dinámica de victoria que debe llevar a los socialistas portugueses al poder tras los comicios presidenciales y legislativos de 1991.
Hacía mucho tiempo que un secretario general no daba tantos motivos de alegría a los socialistas portugueses como lo viene haciendo Jorge Sampaio desde que asumió, de sopetón y en condiciones bastante dramáticas, la sucesión del dimisionario Vitor Constancio.
Tras los buenos resultados en las elecciones europeas de junio de 1989, los socialistas conquistaron, el pasado mes de diciembre, los ayuntamientos de las mayores capitales portuguesas (Sampalo es alcalde de Lisboa) y adelantan ya al Partido Socialdemócrata (PSD) del primer ministro, Aníbal Cavaco Silva, en los sondeos de opinión sobre las legislativas del segundo semestre de 1991.
El ex secretario general del PS, Mario Soares, probablemente será reelegido presidente de la República por otro mandato de cinco años en 1991 si acepta ser candidato.
Fuerte mayoría
No es, pues, de extrañar que Sampaio disponga, en este congreso, de una mayoría más fuerte que las que reunía Soares cuando era el líder indiscutible del PS. Apenas un 18% de los delegados pertenece a la minoría liderada por el hijo del jefe del Estado, Joáo Soares. Todos los demás son sampaistas por convicción o por oportunismo, porque todos los barones del partido están soñando ya en voz alta con los ministerlos del futuro Gobierno de Sampaio.Prepararse para gobernar Portugal en 1991 es, pues, el lema de este congreso y el debate, hoy, del proyecto del programa de Gobierno socialista, será el plato fuerte del congreso de Oporto.
Todos los analistas prevén un congreso pacífico, bajo el signo de la fuerza tranquila y de la unidad en torno del líder. Todas las maniobras y conspiraciones se juegan en la sombra, en pasillos y tertulias semielandestinas.
El programa de Gobierno es, según confiesa un miembro de la comisión que lo elaboró, un texto confuso y muchas veces contradictorio, lleno de pormenores y con carencia de orientaciones claras sobre las grandes cuestiones, porque se procuró "dar satisfacción a todos" para ampliar al máximo la base electoral, bajando muchas veces al nivel de las aspiraciones estrictamente corporativas.
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