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EL TRATO A LOS EXTRANJEROS

Inmigrados de otro color

Los marroquíes, y no los británicos, como afirman las cifras oficiales, son la colonia extranjera más numerosa en España. A los 35.144 registrados hay que sumar 60.000 ilegales. Antes de 1970 venían a Ceuta y Melilla. Desde entonces, saturadas las dos plazas fuertes, han elegido como destino Canarias y la Península. En Cataluña fueron reclutados como mano de obra barata, explotados casi siempre por un intermediario que "se embolsaba hasta el 50% de su salarlo", afirma Carlos Pereda en el informe sobre España.Los portugueses son los segundos en número (75.340, la mitad ilegales). Un 52% llegó como turista, un 17% con contrato de trabajo, y un 27% de forma clandestina. Vinieron porque algún pariente les esperaba como primer punto de apoyo. Casi todos, menos un 3,4% que estaba en el paro, dejaron en Portugal un trabajo. La mayoría ha echado raíces, pero en esta colonia no falta un fuerte núcleo de mendigos.

Los centroafricanos son vendedores callejeros, sobre todo en la costa y en Madrid y Barcelona. El grupo mas peculiar lo constituyen los centroafricanos asentados en el Maresme, unos 4.000. La mayoría trabaja en el campo, el 85% sin contrato legal. Han mejorado su situación gracias a su "buena reputación de trabajadores infatigables y pacíficos". Pero hasta hace poco sufrían "70 horas de trabajo por semana, salarios de 100 pesetas a la hora y contratos de un día. Estas situaciones han sido toleradas por la Administración española".

El 86% de los extranjeros empleados en el servicio doméstico gana menos del salario mínimo. El núcleo más numeroso son los filipinos (en un 80% mujeres). A los 8.909 con los papeles en regla se añaden otros 35.000 reclutados por encargo, y a veces en manos de una red semimafiosa.

Solidaridad

Unos 5.000 paquistaníes llegaron a España en los años sesenta, rebotados del Reino Unido, y se asentaron en las cuencas mineras de El Bierzo (León), Teruel y Linares. Aparte de 10.000 guineanos, 8.000 palestinos, 7.000 iraníes, 3.000 iraquíes, 8.000 indios y casi otros tantos chinos, en nuestro país viven 1.000 vietnamitas, una cuota política asumida en 1979 para solidarizarse con el drama de los boat people.

Pero el mayor drama lo protagonizan los latinoamericanos, que afluyen de forma creciente. Hasta 1980 eran refugiados políticos, ahora predominan los motivos económicos. Junto a una capa de intelectuales y profesionales de prestigio convive el extremo de la miseria. Los no europeos que quieran entrar en España como turistas deben disponer de 5.000 pesetas por día de estancia y 50.000 pesetas para el billete de regreso.

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