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La policía francesa emprende la caza de los 'cabezas rapadas'

La policía francesa ha desencadenado una amplia operación en todo el país contra el movimiento de los skinheads o cabezas rapadas. Los cabezas rapadas visten con prendas paramilitares, calzan botas del Ejército británico, afeitan sus cabezas y adoran el fútbol, el rock duro, la cerveza y la pelea. Muchos de ellos son asimismo neonazis y la policía francesa les tiene por principales sospechosos de la profanación, el pasado 10 de mayo, del cementerio judío de Carpentras.Un total de ocho cabezas rapadas permanecían ayer detenidos en la comisaría de la localidad de Albi. La Policía, muy cauta en el tema de Carpentras, se limitó a informar que algunos de los detenidos ya habían sido acusados en 1988 de violar un cementerio católico. Los cabezas rapadas pintaron cruces gamadas, desenterraron algunos cráneos y celebraron ritos satánicos.

En los días que siguieron a la profanación del cementerio de Carpentras, la Policía detuvo a seis skinheads de esa misma localidad. La detención duró las horas necesarias para que los sospechosos aportaran sólidas coartadas sobre sus actividades en la noche de la profanación del cementerio judío. Días después, la policía detuvo a otros tres en Nantes y les acusó formalmente de la violación del cementerio católico de Sain-Herblain.

La violencia racista en Francia ha encontrado su principal brazo ejecutor en los cabezas rapadas. Según el Ministerio del Interior, estos grupúsculos son responsables de un 30% de los delitos racistas cometidos en el país en los últimos años. Nacido en los años sesenta en el Reino Unido como una reacción de algunos jóvenes obreros contra los hippies, el movimiento de los skinhead cuenta con varios centenares de adeptos en Francia, no pocos de los cuales militan en grupúsculos neonazis.

Por otra parte, Jean-Marie Le Pen, líder del ultraderechista Frente Nacional, fue condenado ayer por un tribunal de Nanterre a pagar un franco de indemnización a cada una de las 16 asociaciones que se habían querellado contra él por su afirmación pública de que los campos de concentración y las cámaras de gas sólo fueron un "pequeño detalle" de la II Guerra Mundial.

El tribunal ha considerado que Le Pen cometió una falta que no puede ser amparada por el principio de la libertad de expresión.

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