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UNA DIFÍCIL TRANSICIÓN

Habitación 410, reservada a la Securitate

H. T. La habitación 410 en el Hotel Intercontinental está vacía -que no vacante-, según la dirección de este alojamiento de lujo para periodistas y observadores internacionales. Están muy equivocados los responsables del mejor hotel de la capital rumana. Tres individuos ocupan permanentemente esta habitación, en la que tienen almacenado gran cantidad de material electrónico y cámaras. Estos policías, que lo son ahora y lo fueron con Ceaucescu, vigilan la manifestación de estudiantes que desde hace tres semanas, de forma ininterrumpida, exige ante el hotel la exclusión de la vida pública de antiguos líderes comunistas. Los manifestantes son una exigua minoría.

Los policías vigilan a los golani (los vagabundos o vagos), que, según palabras de lliescu, atentan contra la tranquilidad que necesita Rumania de acuerdo con el lema del FSN. En el hotel Dorobantu, el equipo andaluz de televisión, dirigido por Julio Alonso, uno de los pocos periodistas españoles con buenos contactos en Rumania, fue víctima de un curioso robo de material de rodaje. Todo hubiera parecido obra de vulgares ladrones de hotel si no hubieran desaparecido las listas de teléfonos del equipo. La puerta fue abierta con llave, y un miembro del Ministerio del Interior reconoció que "esto ha sido obra de los nuestros, pero no sabemos quiénes".

La Securitate, la temida policía política de Ceausescu, "va por libre". Judy Dempsey, corresponsal del Financial Times, fue retenida en el aeropuerto por figurar en una de las listas de indeserabili (indeseables) del régimen de Ceausescu. Centenares de securistas están detenidos, según afirma el Gobierno de Petre Roman. Otros, pasado el susto, siguen trabajando como siempre, convencidos de que su empleo tiene futuro.

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