Un francés, nuevo 'rey de Patones'
François-Henry Fournier, de 50 años, llegó hace un decenio al valle madrileño
La historia cuenta que "en el valle de los Patones había diez o doce familias, que se gobernaban con la sola autoridad económica de un anciano, al que sencillamente llamaban rey". Historia leyenda se confunden al hablar del rey de Patones, pueblecito madrileño situado a 60 kilómetros de la capital. Durante la invasión de los franceses, Patones contribuyó al mantenimiento de las tropas invasoras con pan, vino, 50 libras de carne, paja y cebada aunque, según la leyenda, nunca llegaron a entrar en el pueblo. Resulta paradójico que tras Juan Prieto, último rey de Patones según la leyenda, Frangois-Henry Fournier, conocido como El Francés, sea considerado hoy como el nuevo rey de Patones.
François nació en el sur de Francia hace 50 años en el seno de una familia aristocrática de gran amistad con la familia real española, según cuenta. Después de trabajar en una empresa de la familia, su vocación, las antigüedades, le llevó a Milán, donde regentó una tienda que cerró posteriormente para trasladarse a Madrid. Un día, hace 11 años, animado por un amigo, visitó Patones y decidió quedarse a vivir entre ruinas y piedras, abrir una tienda de antigüedades y cuidar del pueblo. Desde entonces, El Francés ha ido comprando a los lugareños sus propiedades a bajo precio, de lo cual ahora se lamentan al ver en qué se está convirtiendo Patones de Arriba, que llegó a ponerse a la venta por cinco millones de pesetas.
Adictos y detractores
El nuevo rey de Patones cuenta con adictos y detractores. Poco a poco se ha ido convirtiendo en el "salvador" de Patones a decir de los primeros, y de sus propios intereses según los segundos. FranQoIs, que confiesa "haber llorado por Patones", dice que es el único pueblo con las características que tiene que existe en Madrid.Muchos no le perdonan haber sido más intelígente que ellos o haberse aprovechado de su ignorancia para comprar prácticamente todo el pueblo y especular para beneficio personal, pero François, dice que, "para Patones, actúo antes que todo con el corazón, por la satisfacción mía de haber hecho lo que alguien tenía que hacer".
Aunque no se permite dar consejos, mueve todos los hilos que hagan falta para controlar lo que se compra, vende, reconstruye o se mueve en Patones. Prácticamente nada se hace sin su conocimiento, en gran medida porque la mayoría de las casas y ruinas son de su propiedad. Denuncia construcciones que no se ajustan al en torno del pueblo, y su "obsesión" llega hasta el punto de seleccionar a la gente que quiere comprarle una casa, poniéndole como condición para vender la que él mismo se encargue de la reconstrucción.
La paz es esencial para François. Escoge a sus vecinos, que deben tener unas características claras: inteligencia, cultura y sensibilidad. "Muchas veces no coinciden con la clase alta", pero hasta ahora se cuentan entre la jet-set, intelectuales y artistas con dinero, que contrastan sensiblemente con los seis lugareños que aún no han abandonado el pueblo.
El galo, como le llama cariñosamente una vecina, no ha solicitado nunca la nacionalidad española, "lo que no me permite presentarme a las elecciones para alcalde", pero si no fuera por este motivo y porque "tendría que descuidar mis intereses", François podría llegar a ser, además de rey, alcalde de Patones. Reclama como solución a los males que aquejan a "su pueblecito" que se convierta en pedanía y cuente con Ayuntamiento propio.
Ahora, François y sus "distinguidos vecinos" preparan una lista de peticiones, al igual que lo hicieron sus antepasa dos, para entregársela al presidente de la comunidad. Agua alcantarillado, control de construcciones, aparcamientos para visitantes, normas subsidiarias que parece ser están en estudio y un alcalde que aparezca por aquí y se preocupe por el pueblo son las principales exigencias de esta comunidad.
EI 'amante'
El amante de Patones, como él se define, cree que la mejor manera de conseguir lo que se quiere para un fin positivo es someterse hasta el punto de ser indispensable. "Yo me estoy sometiendo para cada piedra de Patones en cada momento".Este sacrificio "hasta donde haga falta" no agrada mucho a sus vecinos, para quienes después de transcurridos 11 años, El Francés les ha invadido, cosa que no pudieron hacer sus compatriotas durante la invasión francesa. Lo cierto es que ha tenido la habilidad de abrir el armazón de los vecinos, de por sí herméticamente cerrado, para integrarse entre ellos y poco a poco comprarles sus casas y hacerse con aquellas que carecían de dueño.
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