Palomar aplaude a las figuras por rechazar los toros de Murteira
José Luis Palomar se mostraba contrariado por las dificultades que presentaron los toros de Murteira: "Han dado el poco juego que se esperaba de ellos, no me extraña que las figuras no quieran matarlos. Yo les aplaudo, y si pudiera tampoco lo haría". El soriano sufría fuertes dolores en su muñeca derecha, que ya traía vendada y que se lastimó al entrar a matar en la suerte de recibir a su primero, ya que se le estaba pasando el efecto de la infiltración que le practicaron en la enfermería.Establecía que ese primer enemigo, tan difícil como los cinco restantes con el capote, se rompió en la muleta y pudo aprovechar las escasas embestidas buenas para una faena corta, intensa y sentida, "porque superé sus dificultades y de un par de series con ambas manos que calaron en el público".
Luego explicaba las razones que le llevaron a matar recibiendo: "Esta es una profesión de riesgo y hay que jugársela. De haber entrado la espada, el mérito de la faena habría aumentado. Por eso me dejé al toro un poco crudo para que me ayudara, pero pinché en hueso. Mala suerte". Añadía que prefiere fallar con la espada de esta forma que pegar los bajonazos tan a la moda. Y que, como había prometido antes del festejo, no baderilleó porque cada vez le gusta menos y los toros tampoco se prestaban: "He seguido lo consejos del tendido siete de dejar las banderillas".
Su sensación tras la corrida era agridulce: "Porque pude triunfar y al final se estropeó". Pese a ello confiaba en coger alguna sustitución en el resto de la feria, si se produjera: "Estoy en mi mejor momento y debo aprovecharlo en esta plaza, que fue la que me lanzó".
Reencuentro con Madrid
También Tomás Campuzano recordaba que sus éxitos veraniegos en Las Ventas le catapultaron: "Después no he podido triunfar mucho porque casi siempre lidié divisas duras, pero hoy el público ha sabido valorar mi esfuerzo en el quinto y se ha reencontrado conmigo". En su otro enemigo reconocía que no estuvo a gusto porque era demasiado andarín y tiraba gañafones.
Al sevillano tampoco le satisfizo el encierro de Murteira, del que decía que salió con su bronquedad habitual y coincidía con Palomar, aunque con una matización: "Es lógico que las figuras no se anuncien con estos toros, pero podían hacer algún gesto y matarlos alguna vez, que son malos pero no se comen a nadie preparado, ¿eh?".
Pedro Castillo se iba desilusionado tras su única oportunidad en la feria: "Ese es el problema de tener sólo una corrida, te salen los toros con tanto peligro y pegando tornillazos y te hunden". Estimaba que sólo pudo lucirse con las banderillas: "Y eso a base de exponer muchísimo". E intentaba disculparse por los dos bajonazos con los que liquidó a sus enemigos: "Es que no ayudaban nada. había aue meterles el brazo y en ambos casos se me desvió voluntariamente".
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