Clausura y cumbre

Con la modestia de quien habla de los maestros como si no estuviera entre ellos, Tommy Flanagan, y su trío, cerró con un magnífico concierto el noveno festival del San Juan. Neobopper de Detroit por entrada generacional, Flanagan ha superlativizado su vocación de clasicismo, fijando su pianismo más allá de las escuelas. A lo largo de dos horas de generoso concierto Flanagan supo desplegar su condición sustantiva: desde la maestría de sus intros a la intensidad sentimental a la que puede llegar en las baladas y también la serenidad clásica y el alma del blues. Con dos, magníficos colaboradores pudo demostrar que entiende el concierto, como tal, como una de las bellas artes; así fue, magnífico en su formato y en su capacidad de comunicación, pues también tuvimos una buena dosis de historia del jazz.Flanagan rindió homenaje a dos estrictos coetáneos, Kenny Dreh y Barry Harris (del que interpretó Nascimento) y a dos gigantes que ya fueron, Sarah Vaughan (con If you cold see me now) y Dexter Gordon (Round midnight). Taad Dameron volvió como compositor con Our delight y Dizzy Gillespie con Tim tim deo. Y ahí había un trío capaz de mostrar el bop como algo recién creado. En la línea de los maestros se llegó hasta Ellington con una improvisación sobre algunos de sus temas (que no un medley), una Ellingtonia a la altura de la dedicatoria. El contrabajista George Mraz es antiguo colaborador de Flanagan, perfecto en su sonido y libre en sus líneas. El baterista Lewis Nasw estuvo competente y deslumbrante. Los tres dieron un concierto de los que provocan aficiones que no se curan con los años. Tal vez, como el dado por Wank Jones, Ray Brown y Roy Haynes, en Madrid, hará ya una década.