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Los planes de realojo han atraído a Madrid a cientos de nuevos chabolistas

Francisco Peregil

En el Instituto de la Vivienda de Madrid (Ivima) aseguran que el plan de realojo de 1986 ha atraído a nuevos chabolistas de Portugal, Marruecos y Extremadura que creen que en la capital "dan piso". Como consecuencia de ello, el Ivima ha demolido 500 chabolas ¡legales en tres años y aún tiene otras 300 por derribar, al tiempo que el oleaje de buscadores de casa amenaza con agravar el problema.

Los aspirantes a pisos siguen llegando con la esperanza de que el Ivima les otorgue un piso de protección oficial y con el convencimiento de que pasará más de un año antes de que les destruyan sus chabolas. El Ivima, por su parte, tiene claro que sólo va a realojar a las 1.703 familias que permanecen aún sin casa de las 2.000 registradas en 1986. "Los pisos serán para las familias censadas en 1986, y no habrá sitio para las que han llegado desde entonces", asegura el gerente del Ivima, Miguel Ángel Pascual.Hasta el momento han realojado a 601 familias, apenas una tercera parte de lo que supone la ejecución de todo el Plan de Realojamiento.

Mientras tanto, los expedientes de demolición de chabolas penden desde hace meses sobre los techos de los extranjeros y españoles repartidos por casi todos los núcleos marginales de Madrid.

Volver al pueblo

En el asentamiento de Pitis hay 60 familias portuguesas; en La Veguilla, 28 marroquíes; en la calle del Comercio, otras 38 familias de origen portugués, y en la zona. de La Latina, otras 10 portuguesas. Las familias españolas con chabolas ilegales también abundan. En Los Focos de Vicálvaro, por ejemplo, uno de los núcleos con mayor índice de delincuencia, existen 30 expedientes de desalojo desde hace un año. En total son 362 familias las que vinieron al olor del Plan de Realojamiento y que se verán sin chabola dentro de poco tiempo.

Lo que ocurra después de los derribos no parece preocupar demasiado a nadie. El inspector del Consorcio para el Realojamiento de la Población Marginal, Tomás López, cree que después los desalojados vuelven a los pueblos de donde vinieron. "En la mayoría de los casos suele ser gente que ya tiene otra vivienda en su pueblo, o gente que tenía una vivienda de protección oficial y la vendieron". En el último caso el problema es más complejo. "Los últimos desalojados han amenazado con navajas a los que viven ahora en las casas que les vendieron hace siete años", afirma Tomás López.

El inspector del Ivima cree que si se dejan crecer los asentamientos chabolistas pueden convertirse en auténticos guetos de delincuencia. "Además, es muy dificil controlar numéricamente la población que vive en estos sitios. Las chabolas de los portugueses, por ejemplo, engañan porque son muy pequeñas pero con muchas habitaciones y en ellas viven una media de 10 personas".

Antes y después de la demolición ya existe un mercado negro inmobiliario al que no escapan ni las parcelas públicas.

24 vendedores, algunos de ellos revendedores, engañaron al consorcio. "Podernos recuperar las viviendas después de que las vendan porque las cedemos en régimen de alquiler", aseguran varios responsables del área social.

Dentro del Ivima no dejan de oírse voces optimistas. El inspector del Consorcio señala que la oleada de nuevos inquilinos puede desviarse en los próximos meses hacia la Comunidad Valenciana. "Allí tienen pensado hacer un plan similar al nuestro y es muy posible que cuando se enteren comience el aluvión en Valencia".

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Sobre la firma

Francisco Peregil
Redactor de la sección Internacional. Comenzó en El País en 1989 y ha desempeñado coberturas en países como Venezuela, Haití, Libia, Irak y Afganistán. Ha sido corresponsal en Buenos Aires para Sudamérica y corresponsal para el Magreb. Es autor de las novelas 'Era tan bella', –mención especial del jurado del Premio Nadal en 2000– y 'Manuela'.

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