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En busca de una clara visión del futuro

Los rayos láser abren nuevas expectativas para eliminar la miopía

Estire su brazo y mírese la mano. Esa distancia (tal vez un metro) es el límite máximo del mundo definido y observable para un miope, de ahí que se les llame "cortos de vista". La cura de esta dolencia para aquellos que no les gusta depender de las gafas puede estar cercana: una rápida operación con rayos láser desarrollada durante más de seis años de investigación por un equipo del hospital Saint Thomas, al sur de Londres. La técnica, queratecto mía fotorrefractarla (QFR), consiste en quitar, raspando, un disco pequeño y muy plano de la parte frontal del ojo.

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Desarrollo inadecuado

La intervención se basa en el hecho de que dos tercios del enfoque del ojo lo realiza la córnea a medida que la luz pasa a través de ella . Pero la clave se halla en el empleo de rayos láser en lugar del bisturí para remodelar la córnea (una pequeña alteración en la forma de la superficie de la córnea produce una gran modificación de la distancia fócal).Los rayos láser se han utilizado desde hace mucho tiempo en cirugía ocular ya que la longitud de onda y la energía de la radiación producidas lo hacen especialmente adecuado para operar el tejido de la superficie debido a que casi toda su energía es absorbida por la capa a la que llega, haciendo mínima la penetración en profundidad.

El profesor John Marshall, del Instituto de Oftalmología de la Universidad de Londres, emplea una combinación de argón y flúor para liberar un número muy grande de fotones en una pequeñísima fracción de tiempo: una milmillonésima de segundo. Cada fotón contiene tanta energía que desestabiliza las cadenas manteniendo unidos a los átomos en los que incide. "Lo llamo tijera de fotones", comenta, "y corta las cadenas atómicas". El rayo láser vaporiza al mismo tiempo las varias capas de moléculas raspando el tejido con precisión hasta una profundidad de unas 500 milésimas de milímetro.

Las posibilidades para la cirugía ocular son mayores porque, de acuerdo con la investigación del profesor Marshall, el tejido remanente no está dañado ni alterado, ni presenta indicios de mutación celular.

Voluntarios

Hasta ahora en el hospital Saint Thomas bajo la dirección de Malcolm Kerr Muir, e pecialista en oftalmología, y David Gartry, cirujano ocular, han corregido la visión de 250 voluntarios con diferentes grados de miopía. Las dioptrías, medida del poder de refracción de una lente, se utilizan para definir el grado del defecto.El equipo es cauteloso; a cada paciente sólo se le corrige primero un ojo, y el segundo se trata un año después de haberse analizado cuidadosamente los resultados de la operación inicial. Además, a efectos de evitar que haya desorientación, el desequilibrio entre el ojo corregido y el no corregido se limita estrictamente a una diferencia de cuatro dioptrías, no habiéndose intentado ninguna correccion superior a ocho. A algunos voluntarios con muy poca visión sólo les han corregido sus ojos parcialmente; si todo marcha bien, el equipo espera completar el proceso más adelante.

Cada paciente es sometido a una minuciosa prueba de visión cuyos datos se introducen en el ordenador de la máquina de QFR para poder ajustar el láser.

El equipo realiza varias pruebas con el fin de que el paciente se acostumbre al fuerte chasquido que produce el láser cuando efectúa 10 disparos por segundo y para que pueda entrenarse en mantener quieto el ojo durante los 10 segundos que dura la operación.

Entonces, el epitelio (la delgada y blanda capa de células que cubre la córnea) es empujado suavemente hacia un lado y se dispara el láser. El ordenador ajusta la amplitud del rayo de manera que aumente gradualmente de tamano y realice el corte de un disco que tiene un diámetro comprendido entre tres y cuatro milímetros y una profundidad de hasta 40 milésimas de milímetro. Una vez terminada la operación se aplican antibióticos al ojo y éste se mantiene cubierto durante toda la noche. Al paciente también se le suministran calmantes.

La operación es indolora, pero se sienten molestias en el ojo a medida que se diluye el efecto de la anestesia; los dolores continúan hasta que crece el epitelio que cubre la nueva superficie creada, proceso que lleva entre 24 y 48 horas. El ojo necesita una semana para estabilizarse, después de la cual la visión es normal. La cicatrización en el estroma, el cuerpo principal de la córnea, prosigue inadvertida a lo largo de unos seis meses.

El éxito ha acompañado a todas las operaciones realizadas hasta la fecha. Durante el ano próximo, la evolución de los pacientes será cuidadosamente controlada: el equipo deberá comprobar que las correcciones permanecen estables, que no se desarrollan efectos colaterales y que no hay problema en aquellos casos en los que el rayo láser atravesó la capa de Bowman, la zona exterior de la córnea que no se regenera.

Temores

Sin embargo, aún subsisten las preocupaciones sobre la QR: la córnea se debilita seriamente porque se atraviesa el 90% de su espesor. Algunos pacientes tienen por la noche visión variable o deslumbramiento y alrededor de uno de cada cinco necesita gafas después de la operación.Copyright The Independent-EL PAÍS.

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