Primeros recuerdos
Mi madre es almonteña, y mi tío, uno de los cazadores más prestigiosos de la comarca. Mis primeros recuerdos de Matalascañas (Huelva) se encaraman al remolque de un tractor surcando las arenas blancas de una inmensa duna tras la cual se escondía el paraíso. Kilómetros y kilómetros de playa virgen se extendían desde Sanlúcar de Barrameda hasta Mazagón y, como únicos testigos, un puesto de la Guardia Civil y dos o tres familias de pescadores.Nuestros veranos transcurrían lejos del mundanal ruido viviendo en casetas de madera al estilo de la Feria de Sevilla, oyendo al atardecer historias sobre el coto de Doñana y algún que otro asunto de contrabando. Desde entonces han transcurrido 25 años, y cada vez que vuelvo a Matalascañas se me encoge el corazón ante el esfuerzo por reconocer aquel paisaje de mi infancia entre tanto desastre, tanta chapuza y tanta porquería.
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