Un cretense con una idea fija

Es cretense (de Chania), alto (1,90), septuagenario (71), padre de familia (esposa, tres hijas y un hijo), andarín (le encanta marchar por la montaña), amigo de sus amigos (su casa siempre está abierta para ellos), amante de España (y de Don Quijote, uno de sus mitos), abogado y economista (aunque no ejerza), discreto políglota (alemán, francés y algo de inglés) y político de raza (sobrino nieto del mítico Elefterios Venizelos). Sobre todo, político.Sólo su máximo rival y enemigo, político y personal, Andreas Papandreu, se atreve a decir que Mitsotakis no es un demócrata. La discordia surgió en los años sesenta, cuando ambos estaban en el Gobierno del padre de Andreas, el líder de la Unión del Centro, Georgios Papandreu. El socialista acusa al conservador de traidor, y cada uno al otro de propiciar la dictadura de los coroneles. Su enfrentamiento ha marcado la última década de la historia griega. Aunque Papandreu ponga objeciones, su historial de guerra es irreprochable. Llegó a estar dos veces condenado a muerte por los ocupantes alemanes. Y conoció .las cárceles de los coroneles, mientras su familia estaba sometida a arresto domiciliario. Presume de que su hijo, Kiriakos -entonces un bebé y que hoy estudia en Harvard-, se convirtió en el preso político más precoz de la historia.

El líder comunista Harilaos Florakis tiene derecho a indignarse cuando Mitsotakis acusa a su partido de haber perdido ideología y programa. Ciertamente el más que probable próximo primer ministro sabe lo que es el transfuguismo, aunque siempre entre partidos de centro y derecha.

Lleva tanto tiempo queriendo ser jefe de Gobierno que es difícil recordar que alguna vez se haya dedicado a otra cosa. Es terco, como buen cretense. Ha luchado contra los comunistas, los socialistas y la ley electoral. Y apenas dos días antes de los últimos comicios todavía de. aba claro que aunque no pudiera tampoco esta vez hacer realidad su sueño, no renunciaría y lo intentaría de nuevo.