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Editorial:
Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Todo es posible en Grecia

LOS GRIEGOS están convocados ante las urnas mañana, domingo, por tercera vez en menos de 10 meses. Los sondeos vaticinan que, pese a ser el voto obligatorio, muchos de ellos faltarán a la cita. Probablemente en mayor medida que en junio y noviembre de 1989. Su sufragio sirvió de poco entonces, sólo para que el país que alardea de haber inventado la democracia cimentara aún más su ganada fama de ingobernable.Entre tanto se amontonan los problemas. El Parlamento se muestra incapaz de elegir un nuevo presidente de la República; la economía se desliza imparable por la pendiente del declive y fuerza a la Comunidad Europea a lanzar un duro mensaje de advertencia; el acuerdo con Estados Unidos sobre las bases militares en suelo griego flota en el limbo de la imposible decisión, y, por sí fuera poco, la desconfianza de los ciudadanos hacia la clase política corroe los pilares mismos del sistema democrático. Los Gobiernos no responden a mayorías estables. No pueden gobernar, por tanto, excepto en los asuntos de rutina, y se limitan a preparar nuevos comicios. Como los del próximo domingo.

Una vez más, la incógnita estriba en saber si un partido, que no puede ser otro que el conservador Nueva Democracia (ND), obtiene la mayoría absoluta en el Parlamento para, consiguientemente, poder gobernar en solitario. Cualquier otra solución significaría más inestabilidad, más precariedad, más provisionalidad. Otra vez la misma historia.

El líder de ND, Constantino Mitsotakis, se debate entre la frustración y la acariciada posibilidad, tan próxima como huidiza, de hacer realidad el sueño al que ha dedicado toda su vida: convertirse en primer ministro. La fiesta sería completa para él si su gran rival y enemigo, el socialista Andreas Papandreu, máximo dirigente del PASOK, da con sus huesos en la cárcel. Sin embargo, esa perspectiva queda cada vez más lejana, ya que la investigación del escándalo Koskotas, que cubrió de inmundicia a buena parte de la Administración socialista, no ha permitido hallar pruebas irrefutables contra quien se resiste a tirar la toalla y permitir una renovación de su partido con hombres por encima de toda sospecha.

Los comunistas de la coalición Fuerzas de Izquierda y de Progreso juegan aún con su probable condición de árbitros. Mientras caen en cascada incontenible los viejos dogmas en la Europa del llamado socialismo real, los comunistas griegos abandonan algunos de los esquematismos de su pasado inmediato, como el que les impedía -en nombre de complejos prejuicios ideológicos que suelen encubrir generalmente rencillas tribales- colaborar con los socialistas del PASOK, al menos mientras el polémico Andreas Papandreu figurara al frente de la gran formación socialista. El acuerdo alcanzado para presentar candidatos únicos en los cinco distritos en que se elige a un solo diputado es la mejor muestra. Y no faltan entre los dirigentes comunistas quienes dejan insinuar que el lunes podría hablarse incluso de un pacto global con el PASOK.

Todo es posible en Grecia. Incluso algo que hace apenas unos meses habría llevado a la consulta del psiquiatra a quien se hubiera atrevido a sugerirlo: un pacto entre Papandreu y Mitsotakis. El primero, de presidente, y el segundo, de jefe de Gobierno, en pacífica cohabitación. Habría que olvidar los insultos y las promesas de ayer, pero ya se sabe que la política hace extraños compañeros de cama.

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