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VIOLENCIA EN EL REINO UNIDO

La policía prepara el asalto final a la cárcel

La prisión de Strangeways, en Manchester, parecía ayer haber sufrido un bombardeo tras más de 24 horas de frenética destrucción por parte de los internos, mientras la policía, en el exterior del edificio, parecía disponerse al asalto de la prisión. La violencia llevó a los funcionarios a acusar al Gobierno británico de negligencia criminal. Más de un centenar de reclusos seguía controlando anoche medio edificio. Pese a la ausencia de cadáveres hasta ahora, no cabía descartar esa posibilidad, según declaró el ministro del Interior, David Waddington. Una pancarta colgada por los internos decía: "No hay muertos".

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La lluvia no apagó ayer las encendidas furias de los más enardecidos reclusos de Strangeways, que todavía seguían aupándose a los tejados para arrojar tejas y otros objetos a los patios y sobre los policías antidisturbios que controlaban el exterior del recinto y parecían disponerse a un asalto. Un helicóptero policial hacía continuas pasadas a baja altura.El interior del edificio había sucumbido al vandalismo de las primeras horas del motín y ayer era la viva imagen de la destrucción, con barandillas arrancadas, celdas incendiadas, servicios destruídos y una inundación que afectaba a varias galerías. La: cárcel semejaba "a un lugar que ha sido bombardeado", decía Ivor Serle, responsable en Strangeways de la Asociación de Funcionarios de Prisiones (POA). "La prisión está completamente destruída por dentro y tendrá que ser prácticamente hecha de nuevo".

Los funcionarios de prisiones no tenían pelos en la lengua al hablar del Gobierno. "Lo que ha ocurrido aquí es un acto de negligencia criminal y no estamos dispuestos a permitir que la situación siga así, con ministros cacareando que todo está perfectamente mientras peligra la vida de los funcionarios", declaraba ayer un iracundo John Barteli, presidente de la POA. "Los funcionarios, los internos y la dirección sabían que este fin de semana iba a haber problemas y se advirtió de que algo así iba a ocurrir. Se ha puesto en peligro la vida del personal, de los internos y se han producido cuantiosos daños", prosiguió. "Si eso no es negligencia criminal, no sé qué va a serlo".

La responsabilidad directa de las prisiones británicas recae sobre David Mellor, subsecretario de Interior. "Mellor no tiene ni idea de lo que son las cárceles. El gato de la cárcel sabe más que él", según David Evans, otro portavoz de la POA.

Acusaciones 'idiotas'

El subsecretario calificó de idiotas esas palabras, en virtud de su experiencia como abogado criminalista. Negó haber recibido información de que se estuviera preparando un motín y defendió la política gubernamental de personal, a cuyas insuficiencias atribuyen los funcionarios el estallido del domingo, que, dicen, era imposible de evitar con sólo 100 personas a cargo de 1.600 internos.

Waddington, Bartell y el cape llán de la cárcel, Noel Proctor, dan una versión muy semejante de cómo empezó el motín. Uno de los 300 reclusos que, bajo la custodia de cinco funcionarios, asistían a misa el domingo se apropió del micrófono y comen zó a proferir obscenidades y a dar instrucciones a sus colegas. "Parecía estar todo preparado", dice el religioso. "Se produjo un estallido, atacaron a los funclonarios y les quitaron las llaves. Los presos se escaparon de sus celdas y perdimos completamente el control", señala Bartell. "Los funcionarios fueron atacados por los internos que empezaron a construir barricadas".

Los reclusos comenzaron a destruir lo que podían del recinto -que pegaron fuego en varias dependencias, entre ellas el gimnasio y la capilla- y, según algunas informaciones que ayer el propio ministro del Interior fue incapaz de confirmar, volcaron su ira contra la galería E, en la que están internados y separados del resto de los presos los más despreciados por la población reclusa. Escenas de violencia primitiva produjeron varias muertes, según referían algunos reclusos que resultaron heridos en las refriegas previas y fueron evacuados. Waddlngton advirtió que no había que descartar que tales testimonios fueran ciertos, pero al poco de pronunciar esas palabras los reclusos colgaron en la torre central de Strangeways una sábana en la que habían escrito con letras rojas: "No dead".

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