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Los madrileños, divididos ante los resultados de las jornadas sobre mendicidad

Los pobres madrileños se encuentran divididos sobre los resultados que se pueden obtener de las jornadas que sobre mendicidad se realizan en Madrid desde el pasado jueves. La mayor parte de los consultados asegura estar enterado de las jornadas, aunque, mientras para unos tendría que haber mayor solidaridad, para otros no se conseguirá nada "porque el Gobierno hace oídos sordos". Entre tanto, los 1.500 participantes de las jornadas 1992: 500 años de mendicidad, tras pasar la noche en el metro y los pasos subterráneos, formaron ayer dos cadenas humanas en torno a la manzana del Ministerio de Justicia.

"No creo que se consiga nada. Lo que hay que exigir son los derechos que marca la Constitución", afirma Gabriel, 27 años, viudo, ex conductor de una empresa de cerveza en Sevilla, que lleva un mes a la puerta de la iglesia de las Esclavas del Sagrado Corazón de Jesús y que duerme en la boca de metro de San Bernardo. Gabriel afirma que, tras cobrar el paro, dejó Sevilla "por que allí está la cosa que pega bocados". Tras repartir dos meses propaganda, optó por ponerse a la puerta de una iglesia. "No me gusta lo que hago, pero saco para comprar un bocadillo y el Segunda mano a ver si hay algún trabajo". Preguntado sobre si se siente mendigo, Gabriel dice: "Una cosa es la necesidad y otra la meridicidad. Mendigos son los que se encierran en un círculo vicioso. Yo no me rindo".Para Coco, de 45 años, "la gente -y se refiere a quienes en ese momento salen del comedor María Inmaculada de las Hijas de la Caridad- no está informada". "Quisiéramos que estas jornadas sirvieran para que nos dieran vivienda y trabajo. Es difícil porque el Gobierno hace oídos sordos a nuestros problemas", dice este hombre, habitual desde hace seis años de los albergues y comedores sociales.

"Toda ayuda es buena"

"Es un montaje de la Iglesia", apunta uno de los que salen. "No creo que sirva para mover el amor propio de los responsables", afirma su compañero. "Toda ayuda es bueno", media un tercero. "Hace falta mayor solidaridad", asegura otro.

"Si es verdad que hay Gobierno y que hay Justicia debe servir para algo. Porque ahora el Gobierno se justifica con la entrega de 21.000 pesetas del fas (fondo de asistencia social) pero con ese dinero no se puede vivir", tercia Francisco Javier, de 29 años, apodado el Buta. Madrileño, abandonó su casa de la calle de Maudes cuando tenía 14 años. Hoy, 15 años después y con una condena de dos años cumplida, el Buta se muestra pesimista. "Somos carne de cañón", dice.

Luis, de 44 años, electricista sin trabajo desde hace un año, desconfía de los resultados y asegura que en las instituciones sociales se ríen de ellos. Gustavo Adolfo Martín, de 45 años, madrileño, no cree tampoco que las jornadas sirvan para mucho.

"Serviría si nos juntáramos todos los pobres y nos pusiéramos en huelga de hambre. El primer día no nos harían caso, pero el segundo estarían todos movilizados. Pero no hay una explanada para que quepamos todos".

Gustavo Adolfo vive en la calle todos los inviernos desde hace 10 años, desde que su hermano, con el que vendía cupones de la ONCE, se casó y se fue de Madrid y su madre murió. "En verano voy a la fruta y en invierno vuelvo a Madrid y duermo en los albergues o en la calle. Y encima que estamos en la calle, que no tenemos nada, nos hunden más. Esta mañana, por ejemplo, dos barrenderos me quitaron los cartones, hicieron una hoguera para calentarse y no han recogido los restos. Gustavo Adolfo, como todos los preguntados a la salida del comedor social, no se considera mendigo. "Me considero pobre, pobre; un señor pobre, pero un señor".

Ninguno de estos pobres acudió ayer a la manifestación que más de 1.500 miembros de colectivos de ayuda a grupos marginados realizaron ante el Ministerio de Justicia. "Desde algunos medios se está diciendo que aquí no hay mendigos", dijo una portavoz de los manifestantes. "La mendicidad afecta a muchas personas. A las que buscan empleo o vivienda, a los enfermos del SIDA, a los ancianos que no tienen para vivir, a los presos. Es la mendicidad de ocho millones de españoles".

Esta portavoz aseguró que los objetivos de las jornadas -dar muestras de solidaridad con los afectados e informar sobre el problema- se están cumpliendo. Los manifestantes, con pitos y pancartas, lograron, sin interrumpir el tráfico, formar dos cadenas humanas en torno a la manzana del ministerio, mientras gritaban frases como "Abajo los muros de las prisiones" o "Queremos justicia, justicia de verdad". Luego acudieron a comer a los jardines del templo de Debod y siguieron vendiendo pañuelos y entregando octavillas en los semáforos.

Noche en la calle

La noche anterior la pasaron en los pasos subterráneos para peatones de la ciudad, surcados por un viento frío. Un total de 209 participantes en las jornadas dormían en dos filas en el túnel de la plaza de Colón. Embutidos en sacos de dormir, apiñados para acumular calor, utilizaban los rotos escaparates del pasadizo como improvisados armarios.

Víctor Cuevas, de 24 años, había abandonado su cama de Alcobendas para tumbarse en el túnel. "Esta movida es importante , pero mucho más es el trabajo diario con la gente más desfavorecida", comentaba Víctor, que trabaja como educador en un centro de Villaverde Alto dedicado ajóvenes con fracaso escolar.

Casi enfrente de él, cuatro miembros del Kolectivo de Jóvenes del Parque Alcosa, de Valencia, compartían queso y güisqui, con cualquiera que se acercara. "¿Sabes por qué no hay mendigos?", se preguntaba uno, "pues porque son muy listos y se van cuando hay movida. Ellos no quieren que se les politice", se contestaba. "No se pretendía que vinieran mendigos. Lo que hemos hecho es tomarlo como una figura representativa de hasta dónde puede llegar la actual política social", replicaba otro. Los miembros del Kolectivo han conseguido recientemente un contrato de limpieza del Ayuntamiento de Valencia.

Mientras, el Grupo Popular del Senado presentó ayer un escrito al presidente de la Cámara en el que pide la creación urgente de una comisión para estudiar "el crecimiento de las bolsas de pobreza y marginación", informa Servimedia.

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