Los constructores conocían el riesgo de hundimiento del túnel de Sinesio Delgado

El riesgo de hundimiento en la zona de la Dehesa de la Villa, donde el martes murió un obrero al derrumbarse el túnel que unirá la avenida de la Ilustración con la M-30, era conocido por los encargados del proyecto, según declaró ayer Eduardo Mangada, consejero de Política Territorial de la Comunidad de Madrid, quien calificó el suceso de "auténtico accidente". Mangada reconoció que el subsuelo del norte de Madrid tiene una composición que lo hace inestable.

Margas arcillosas compactas y arenas de aluvión, constituyen, según explicó Eduardo Manga da, la estructura del subsuelo de la zona donde Manuel Hurtado Rodríguez perdió la vida al derrumbarse la bóveda del túnel donde trabajaba.Mangada aseguró que se ha tratado de un "auténtico accidente", porque, a pesar de que se conocían los riesgos de la construcción de un túnel en esta zona, mientras se realizaban las obras "se llevaron a cabo continuas mediciones del terreno para detectar cualquier movimiento". "Se trataba de un riesgo calculado", dijo.

Volver a entrar

El consejero explicó que el derrumbe se produjo una hora después de que se apreciara un de sprendimiento de arena que invadió la parte baja del túnel. Tras comprobar que la bóveda no había sufrido ninguna deformación que hiciera prever lo que más tarde ocurrió, los 10 obreros que trabajaban en la zona volvieron a entrar. Hurtado, que se encontraba cubriendo de hormigón líquido la pared del túnel, vio cómo la estructura metálica se le venía en cima y quedó atrapado de cintura para abajo. Horas más tarde fallecía al ser trasladado al hospital. Mangada aseguró que tanto la Comunidad de Madrid como Agromán, la empresa constructora, apoyarán a la fa milla del fallecido con toda la ayuda que precise.

El consejero reconoció que la estructura del subsuelo en esta zona es especialmente inestable, aunque no imposibilita la realización de obras de este tipo. El Ayuntamiento proyecta realizar 11 nuevos pasos subterráneos para facilitar el tráfico en la ciudad, la mayoría de los cuales están localizados en el eje de la Castellana, que fue un antiguo arroyo, afluente del Manzanares.

Pocas horas después del accidente se comenzó a inyectar hormigón en las zonas afectadas por el desprendimiento, para detener el desplome progresivo. También se procedió a cortar el agua del Canal de Isabel 11 para evitar filtraciones. Ayer, las obras continuaron con total normalidad.