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Brasil, un país sin dinero. Brasil vive un profundo caos a consecuencia de la aplicacion del nuevo plan de ajuste económico

JOSÉ COMAS ENVIADO ESPECIAL Las medidas económicas del nuevo presidente de Brasil, Fernando Collor, cuya disposición más drástica es la congelación durante 18 meses de los depósitos bancarios, han llenado de inquietud a numerosos ciudadanos de este país.

Ayer entró en funcionamiento el plan denominado Brasil Nuevo y el dólar cayó un 45% en el mercado libre, en la Bolsa de Río de Janeiro no se realizó ni Una sola operación y sólo se registraron dos en la de Sâo Paulo. Hubo suicidios, aumento de infartos y hasta dos alcaldes intentaron asaltar bancos para recuperar dinero bloqueado. Las revistas semanales lo dicen todo sobre la reacción al nuevo plan económico en Brasil. "El dinero desapareció", titula Veja; "Es la guerra", en Istoé, y, "La gran confiscación", en Exame. Los ministros se pasan horas en la televisión respondiendo a los periodistas.

Flota sobre la economía brasileña el fantasma de la recesión y el Gobierno ya ha advertido contra posibles medidas de despidos. Se habla de imponer la obligación de mantener las plantillas durante seis meses o ampliar a medio año el preaviso para despidos.

El lunes, tras la apertura de los bancos, la confusión fue total. No había cruzeiros y la falta de liquidez provocó la caída del dólar hasta casi la mitad de su cotización de hace una semana. El personal de las escuderías que ha venido para intervenir en el Gran Premio de Fórmula 1 del domingo en Sao Paulo no pudo cambiar dólares y no tenían dinero para comer. En la oficina de Varig en Ipanema se negaron a expedir un billete al enviado de este periódico, "porque no tenemos la cotización del dólar". La actividad económica ha sufrido un frenazo en seco con las medidas. La actividad de los supermercados se redujo a un 40% de lo habitual y hasta un 80% en centros comerciales elegantes. El servicio de radiotaxi de Río bajó en un 80% su actividad y las 2.500 llamadas habituales se redujeron hasta 500 el pasado lunes.

Casos tragicómicos

Algunos casos son dignos de una tragicomedia. En el Estado nordestino de Marañón, un alcalde había colocado los 300.000 cruzados [unas 450.000 pesetas al cambio de hace una semana] en una cuenta personal para ganarse los intereses. Cuando conoció las medidas, que bloquean por 18 meses toda cantidad por encima de 50.000 cruzados, el alcalde quiso invadir la oficina del banco local para recuperar por la brava el dinero. Las cantidades en efectivo de cruzados quedan convertidas automáticamente en la nueva moneda, el cruzeiro.

En Porto Alegre, un ex alcalde entró a tiros en una oficina de la caja de ahorros y sacó 100.000 cruzados de su cuenta. No contento con eso, el ex alcalde arengó al público contra el plan económico, hasta que llegó la policía, que lo encarceló. En dos clínicas de la zona Sur de Río, donde viven los más ricos, el número de casos de infarto y problemas cardiacos se duplicó el viernes, tras el anuncio del nuevo plan. En hospitales de zonas pobres de la ciudad no se registraron alteraciones. En una ciudad del Mato Grosso un hombre que había vendido su casa y colocado el dinero en la cuenta del llamado overnight se ahorcó al conocer las medidas.

Entre los afectados por las nuevas medidas se encuentran también los políticos, que tendrán problemas para financiar sus campañas electorales del próximo 3 de octubre, cuando se elegirán las nuevas cámaras legislativas y los gobernadores de los Estados federados. Como ha quedado prohibida la emisión de cheques al portador por un valor superior a 6.000 pesetas, desaparece también la posibilidad de entregar grandes sumas de forma secreta. La medida de obligar a entregar los cheques nominales es para evitar la evasión de impuestos. Con esta medida la economía sumergida sufre también un fuerte golpe y se verá obligada a legalizar sus actividades o buscar nuevas formas para ocultarse al fisco.

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