Alrededor de una voz
Presuntos ImplicadosSoledad Giménez Muñoz (voz solista), Ignacio Maño (bajo), Juan Luis Giménez Muñoz (guitarra), Vicente Sabater (teclados) y Salvador Ortiz (batería). Sala Jácara, Madrid, 15 de marzo.
El grupo Presuntos Implicados nació hace siete años en Yecla (Murcia). Desde entonces su progresión ha sido clara, han logrado consolidar firmemente su posición dentro del pop nacional y basan su éxito actual en algunas canciones bien construidas y en haber ofrecido una gran cantidad de conciertos.
En la presentación oficial en Madrid de su último elepé, Alma de blues, ofrecieron un cadencioso recorrido por un repertorio marcado por los tiempos medios. Presuntos Implicados es un trío en el que las funciones están claramente repartidas: Juan Luis Giménez e Ignacio Maño se encargan de la mecánica instrumental, una vez realizado un trabajo de composición subordinado a las características vocales de Soledad.
La misión de esta cantante es convertir cada canción en algo personal; imprimir a cada tema una sensibilidad especial, algo que los diferencie de los demás trabajos grabados por grupos con chica al frente. Soledad Giménez tiene una magnífica voz y, lo que es más importante, sabe cómo utilizarla en cada momento, en cada circustancia concreta. Esto hace que el resto del grupo gire inevitablemente a su alrededor. La dependencia es total, obteniendo con esta fórmula un resultado muy (del agrado del público.
Forman una buena banda de pop elegante y juegan con habilidad moderada algunas cartas rítmicas que les acercan a la música de baile británica. El soul y el blues pasan junto al grupo como una sombra y toleran ciertos forzados devaneos con indiferencia; Presuntos Implicados se obsesionan con la melancolía y se olvidan de la pureza, gestando un híbrido de consumo rápido.
Lamentablemente, en un momento tan especial como su presentación en Madrid, en la que festejaban haber logrado hacer de su tercer elepé disco de oro, no utilizaron todas las posibilidades reales del grupo. La sección de viento fue durante toda la noche un fantasma que surgía de los teclados, sin fallos y sin pasiones, para restar credibilidad a un sonido global muy serio. El resto del espectáculo resultó interesante, ajustado en fondo y forma y, en general, creíble. Pop suave en busca de intensidad.
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