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Crítica:NUEVAS MÚSICAS
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

Felices sueños

Tras las recientes actuaciones de El Misterio de las Voces Búlgaras y Michael Nyman, la tercera sesión de este Primer Ciclo de Nuevas Músicas, propiciado por la encomiable labor del Club de Música y Jazz del San Juan Evangelista, tuvo como protagonista al compositor y pianista norteamericano Jim Chappell.Su música se sitúa, sin ningún género de dudas, en esa peculiar línea estética abierta a finales de la década de los 70 por la compañía discográfica Windham Hill con sus cuidadas producciones de música instrumental. Grabaciones en general austeras, pero impecables, de una serie de artistas variopintos unidos, en palabras del fundador y alma mater de la empresa, William Ackerman, por "el sentimiento positivo que suscita nuestra música".

Jim Chappell

Jim Chappell (piano), Tom Politzer (flauta, saxo y clarinete) y Tom Corwin (bajo eléctrico). Colegio mayor San Juan Evangelista. Madrid, 9 de marzo.

Y de eso precisamente se trata. De vibraciones positivas, de optimismo y felicidad. Eso es lo que comunican las piezas de Jim Chappell, que creció en una región de lagos y bosques. Son composiciones serenas, bucólicas ensoñaciones, evocadoras de una naturaleza idílica. Todo ello a través de sonidos cristalinos, estructuras armónicas sencillas y líneas melódicas níticas y pegadizas. Sin aventurarse lo más mínimo por territorios desconocidos.

Los primeros temas del concierto, así como los últimos, nos acercaron el más reciente trabajo discográfico de appe para e sello californiano Music West, Living the northern summer, que fue uno de los 25 álbumes más vendidos de 1989 en los Estados Unidos dentro de la categoría denominada new age. En ese aspecto pudo echarse en falta la riqueza de matices que aportan al citado disco los violines y chellos, aunque la presencia del saxo dió calidez al conjunto.

La parte central del recital la dedicó Chappell, en solitario sobre el escenario, a recordar algunas de las piezas de sus dos primeras grabaciones, ambas para piano solo, Tender ritual y Dusk. Pese a que se le notó más cómodo que cuando debe prestar atención a sus acompañantes, quedó claro que no es un virtuoso sino un artesano que crea hermosas melodías.

El concierto pecó de una cierta linealidad debido, en buena parte, a que los temas están construidos de forma muy similar. Sin embargo, remontó el vuelo porque supieron dejar para el final dos de las obras más agradecidas, Embrace of a lifetime, inspirada por un emotivo encuentro con su padre y donde el lirismo y la ternura se hacen presentes, y June dance, el mejor ejemplo de la energía positiva que desea transmitir Chappell.

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