Receta segura
Cójase un país que ha dado al traste con un orden medieval, una dictadura fascista o un Gobierno pelele, y que pretende regirse por unas ideas económicas y políticas diferentes del capitalismo. Acóseselo el tiempo suficiente, dependiendo éste del tamaño del país y de la abundancia o escasez de sus recursos naturales. Oblígueselo a mantener de esta forma una continua economía de guerra, impidiéndole así dedicar sus esfuerzos y riquezas a su reconstrucción y a la puesta en marcha del nuevo sistema y disfrutar de la paz y el sosiego necesarios para ello.Al cabo de un período de tiempo más o menos largo constátese el fracaso de su economía. Acháquesele ese fracaso a un sistema político que el acoso circundante no ha permitido desarrollar adecuadamente o, incluso, ha contribuido a desviar de sus intenciones primeras. Hágase espejear ante los ojos de sus habitantes la opulencia del país o países acusadores que no han tenido que elegir entre cañones y mantequilla (aunque unos hayan hecho los cañones y otros se hayan comido la mantequilla).
Sáquense luego las pertinentes conclusiones acerca de la bonanza e inevitabilidad del sistema capitalista y la maldad intrínseca de cualquier otro orden económico. Alégrese el ciudadano de haber tenido la suerte de nacer del lado de los buenos, de la razón y de la verdad. No olvide dar gracias a Dios por todo ello antes de irse a la cama reconfortado por un telediario repleto de tan satisfactorias noticias. Duérmase con la cada vez más insistente sospecha de que todo esto ya estaba anunciado en los avisos secretos de Fátima, tras haberse jurado a sí mismo que nunca más pensará ni por asomo que el mundo podría ser diferente. Buenas noches-
Con una frecuencia
mayor de la recomendable nos resulta más penoso imaginar un destino despiadado que repecharlo.La revolución sandinista estaba inventando su propia némesis, que es como arrostrar sus propias conjeturas. Imaginación y resistencia, eran su solve et coagula. Sus oficiantes calcularon unas dosis idóneas de estos elementos, que cuajaron en una fórmula irrebatible. La fórmula sobre la pizarra se demostraba sola, y así lo reseñaron los observadores políticos, y con ella cuadraron los sondeos los encuestadores.
En alquimia, aleaciones perfectas sobre el papel han fracasado rotundamente al alterar un elemento que nunca se tiene en cuenta: la marmita. Los magos sandinistas operaron la emulsión en una urna, y la vorágine de dicha transgresión los sumió en su seno.
Hoy, analistas políticos y sociales se horrorizan de la falibilidad de sus ciencias. Han aprendido que las urnas pueden conjurar cábalas ineluctables, pero nadie despierta un arcano plebiscitario no muy disímil del nicaragüense: nuestro referéndum sobre la OTAN. Allí decidimos que nuestro destino fuera el que era, unas pocas horas antes del ofertorio. Ponderamos más nuestros redaños que nuestro magín, afrontamos un sino que, a fuer de, ser creativo, no ha comparecido.
Dado el poco presente de la OTAN, ¿se equivocó la voluntad de voto previa al referéndum vislumbrando un futuro que ha devenido en presente? ¿Qué nos hizo obrar con tamaña fatalidad?
En conclusión, aunque el elector siempre tiene la razón, en ocasiones procede por un exceso de necesidad de resolución. Se huye de los excesos de posibilidad, aunque ésta se antoje fea. Y un exceso de posibilidad era la fórmula de Ortega. ¿Hay voluntad de castigo en la decisión del pueblo nicaragüense? ¿Excluye su determinación su adhesión a uña fórmula técnicamente perfecta?-
El Frente Sandinista
de Liberación Nacional ha perdido. El FSLN, que conquistó el poder hace 10 años tras derrocar al tirano Somoza agrupando esperanzas y voluntades en favor de la reconstrucción nacional y que poco a poco se fue convirtiendo en un poder totalitario y omnímodo, dejando en el camino a Edén Pastora, a Violeta Chamorro y a tantos otros desengañados, ha perdido. El FSLN, tan aplaudido, subvencionado, apoyado, disculpado y comprendido por la progresía española, por la televisión pública, por la Administración española, etcétera, ha perdido. La diferencia de votos, porcentualmente hablando, entre Violeta Chamorro y Daniel Ortega ha sido mayor que la obtenida hace unos meses en Chile por los partidarios del no frente a los del sí a Pinochet, ese ogro fáscista y corrompido... ¿Cómo es posible?, ¿no estaré soñando?Las comparaciones son odiosas, pero creo que sí podemos sacar una enseñanza: la única fuente legitimadora del poder es la dernocracia, el voto pupular expresado en las urnas. Todo lo demás, todos los regímenes autoritarios, sean del signo que sean, son igualmente deleznables; y he dicho igualmente.-
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