Denia, ¡qué pena!
Hace días hemos oído por radio, en un programa sobre turismo mediterráneo, lo que ya sabíamos por el periódico local: los vecinos de Les Basetes, barrio de Las Marinas, en Denia (Alicante) han tenido que acudir a la Generalitat valenciana y a los tribunales de justicia por motivos de salubridad. Exigen responsabilidades para los culpables de que la zona esté infectada. El último verano ya tuvimos que huir de allí a mitad de vacaciones. Nosotros y numerosos extranjeros que ya no volverán. Oímos que todo sigue igual.Es inútil quejarse del bajón del turismo cuando los que tienen obligación de velar por el pueblo y no servirse de él se empeñan en convertir en inmundicia la belleza. No basta que para las próximas municipales el señor Aznar, o quien sea, los quite de ahí; quedará el mal causado al pueblo: que impongan contribuciones que este año pasan de 3.000 millones (¡se dice pronto!) para mantener estercoleros en los solares públicos.
La salud pública y la higiene debían ser primordiales. Contra el malestar popular y la razón no debía prevalecer el "pues no me da la gana" de los jerifaltes culpables del desastre.
Agua no potable, obras interminables, precios abusivos, falta de letreros de pasos públicos a las playas, nata blanca en algunas de ellas, vertidos, aguas fecales... Denia, ¡qué pena!'-
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