Un político de nuevo cuño
A. C. La tentación fácil de incluir a Rafael Callejas -licenciado en economía agraria por la universidad del Estado de Mississipi, casado, padre de tres hijos, propietario de varias empresas, gerente o director de los consejos de administración de otras tantas, presidente de dos bancos, además de otros cargos y antiguos puestos relacionados con la economía y las finanzas- en el grupo de los nuevos tecnócratas que acceden a los sillones presidenciales en América Latina puede inducir a error.
Desde luego, es un experto en materia económica y desprecia la política tal como se entendía en el sentido tradicional de este continente, con sus dosis de corrupción y de retórica innecesaria.
Callejas es un hombre práctico que utiliza para hablar frases cortas y precisas. Se dedica a la política desde 1981 como miembro del Partido Nacional (conservador), no quiere oír hablar de política populista y admira a Felipe González y a Carlos Salinas de Gortari.
Como el presidente de México, Rafael Callejas ha impulsado desde su acceso a la presidencia, en el pasado mes de enero, un programa de ajuste económico que en estos momentos tiene en estado de alerta a toda la sociedad hondureña.
Callejas quiere modernizar y ordenar las estructuras del país con el fin de que la economía pueda crecer, al tiempo que se intenta una cierta justicia distributiva.
Para ello tiene que empezar por despidos, subidas de precios, congelación salarial y otras recetas clásicas de cualquier plan de ajuste. Callejas es consciente de que está poniendo en peligro la precaria estabilidad social de este país, pero cree que hoy en día no cabe ninguna otra solución económica.
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