La crítica y la historia
LA MEDIDA de un escritor la dan fundamentalmente sus obras, sus libros, el trabajo que estableció definitivamente en vida, y que, mejor o peor, en el estado en que se halle, es la verdadera herencia que recibe la humanidad. Todos lo demás testimonios, interpretaciones, otros textos que el escritor nunca publicó diarios o cartas propios o ajenos-, no es más que el acompañamiento que rodea a la obra de arte, por testimonial que esa misma obra haya sido. El impacto y la influencia que una obra ejerció en el momento de su aparición es también algo que puede estudiarse con objetividad y con tanta contundencia que resulta muy difícil que pueda ser manipulado.La polémica a que ha dado lugar la aparición de las cartas de Simone de Beauvoir a Jean-Paul Sartre y de un fragmento de su diario durante la guerra resulta ser, desde este punto de vista, una tergiversación, una manipulación y un intento de falsificar la obra de la escritora y su impacto en la sociedad y en la evolución de la cultura universal de nuestro siglo. Una operación, además, de raíces profundamente involucionistas y conservadoras, que coincide con otras muchas que más o menos abiertamente se suceden a diario.
En su momento dado, la obra literaria, sociológica y política de Simone de Beauvoir ha sido de importancia fundamental en la historia del presente siglo. Como novelista y memorialista, y como renovadora del movimiento feminista internacional, a partir de El segundo sexo, su figura es indiscutible, y su importancia, indudable. Venir ahora con estas tergiversaciones críticas es querer negar la historia y sumergirnos un poco más en este extraño y permanente estado de sospecha en el que parece que estamos viviendo, un clima en el que la apariencia parcial condiciona la profunda significación.
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