Divulgacones culturales
Con alguna frecuencia encontramos, en EL PAÍS y en otros periódicos, avisos de determinadas marcas comerciales poniendo en conocimiento general y en interés inmediato (por supuesto) de sus propios clientes defectos o instrucciones especiales de uso de alguno de sus productos que requieren tales advertencias y que no fueron observadas en su momento al comprador. Ello constituye, sin duda, una loable práctica comercial de respeto al usuario y seriedad de imagen, cuando no una exigencia de la legislación de protección al consumioor. En el caso que quiero denunciar no se ha tenido en consideración semejante cuidado o atención: cierta empresa distribuye, a través de quioscos y centros de venta de prensa, una colección de divulgación cultural, musical, que permite adquirir versiones aceptables, técnica y artísticamente, de Grandes intérpretes -éste es justamente el título de la colección- a precios más que razonables.Pues bien, su primer número incluye la Sinfonía número 2 y la Sinfonía número 7, de Beethoven, dirigidas por Karajan, dispuestas para ser oídas por ese orden, se-
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gún avisa el embalaje -tanto de la edición en disco compacto como en la de cinta magnetofónica- y se recoge asimismo en la portada, en la contraportada y en el sello del propio disco. Puesto a escuchar el compacto de marras, no me fue dificil comprobar, con la comprensible sorpresa y molestia, que el orden de la impresión es justamente el contrario; esto es, primero la séptima y después la segunda.
Como la empresa en cuestión no lo hace, me permito advertirlo a través de este medio de tan extensa y conocida corno solvente difusión de información-
Madrid.