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Fraga establece un estricto control de la entrada y salida de funcionarios

Xosé Hermida

"Conmigo el funcionario que no trabaje ya puede echarse a temblar". El presidente de la Xunta, Manuel Fraga, parece dispuesto a llevar a rajatabla este principio proclamado durante la campaña a las; elecciones autonómicas del pasado 17 de diciembre. El líder del PP quiere infundir en todos los que le rodean su frenético ritmo de trabajo, y una de las primeras medidas que ha adoptado al frente del Gobierno gallego ha sido el establecimiento de un estricto contro de las entradas y salidas de todos los funcionarios, lo que ha originado algunas protestas sindicales.

A Fraga le gusta estar a pie de obra, y por eso tenía decidido ya desde semanas antes de las elecciones que el despacho presidencial había que trasladarlo desde el palacio de Raxo en la plaza del Obradoiro, a San Caetano, un complejo administrativo en las afueras de Santiago que acoge a más de 1.500 funcionarios de los servicios centrales de todas las consellerías del Gobierno. Su intención era controlar de cerca el trabajo diario y tener a mano a todos sus colaboradores. La oficina de Raxoi, utilizada por todos sus antecesores, ha quedado únicamente para las recepciones oficiales.La llegada de Fraga a San Caetano ha revolucionado el edificio. Desde que asumiese la presidencia el pasado día 5 el líder conservador se dedica casi a diario a recorrer las dependencias de cada una de las consellerías de su Gobierno, en varias ocasiones acompañado de periodistas y cámaras de televisión.

En sus visitas a los diversos departamentos, siempre acompañado del respectivo responsable, el presidente reparte concisos saludos entre altos cargos y funcionarios y realiza todo tipo de observaciones sobre posibles mejoras a realizar. "Su mesa habría que cambiarla de sitio", "aquí hay muy poca luz, sería necesario abrir una ventana", "esta mampara no está bien colocada"

Pero la principal novedad para los trabajadores ha sido la entrada en funcionamiento del nuevo sistema de control de entradas y salidas, diseñado por el anterior Gobierno del socialista Fernando González Laxe pero que hasta ahora no e había puesto en práctica. Desde la pasada semana los funcionarios están obligados a fichar para que se registre su tiempo de permanencia en la oficina.

Este sistema provoca largas colas a primeras horas de la mañana y muchos empleados se quejan porque les obliga a llegar con el suficiente tiempo de antelación para no retrasarse en la hora de fichar.

Pese a las quejas, los empleados aceptan el nuevo sistema porque de hecho sus entradas y salidas ya se registraban hasta ahora, aunque de un modo más informal. Sin embargo, algunos trabajadores se muestran molestos porque creen que se está ofreciendo una imagen distorsionada del colectivo. "Parece como si se estuviese culpando a los trabajadores del mal funcionamiento de la Administración, como tratándonos de vagos", afirma un dirigente de la central nacionalista Intersindical Nacional de Traballadores Galegos.

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Por el momento, los trabajadores se están reponiendo del susto inicial aunque los más atrevidos ya empiezan a saltarse la cola y a entrar en la oficina sin fichar.

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Sobre la firma

Xosé Hermida
Es corresponsal parlamentario de EL PAÍS. Anteriormente ejerció como redactor jefe de España y delegado en Brasil y Galicia. Ha pasado también por las secciones de Deportes, Reportajes y El País Semanal. Sus primeros trabajos fueron en el diario El Correo Gallego y en la emisora Radio Galega.

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