Ausencia injustificada

La información sobre la manifestación contra la presencia norteamericana en Centroamérica publicada el pasado 29 de enero contenía varios errores. Jorge del Cura y José María San José, en nombre de los organizadores y convocantes de la manifestación, han escrito al director de EL PAÍS para expresar su protesta."Al informar de la manifestación que el pasado domingo 28 de enero se realizó en Madrid bajo el lema 'Fuera yanquis de Centroamérica', su periódico señalaba al filósofo Javier Sádaba como la persona que: leyó el comunicado final, cuando fue el catedrático y escritor Carlos Paris quien lo hizo en nombre de las 70 organizaciones convocantes". "Tampoco la cifra de participantes publicada se ajustaba aproximadamente a la realidad. Suponemos que su periódico recogió la información de alguna agencia que, por cierto, tampoco debió de estar presente en el acto, como lo demuestra el hecho de que los medios que sí estuvieron informaron con corrección del mismo".

"Confiamos", concluye la carta, "en que, para no hacer cierto el dicho 'La verdad es lo que publica la Prensa, la realidad es mentira', en lo sucesivo cuenten ustedes con fuentes de información dignas de crédito".

La razón de estos errores se debe, en parte, a que ningún redactor de EL PAÍS acudió a cubrir la manifestación. Un malentendido entre la secciones de España e Internacional (ambas creían que era la otra sección la que debía enviar a un redactor) hizo que no estuviera presente ningún informador, aunque sí acudió un fotógrafo.

"Un redactor de Internacional habló con el fotógrafo, miró lo que habían dado las agencias, vio el anuncio de la manifestación, escuchó el boletín de las ocho de RNE e hizo la absurda, mal redactada y medio falsa columnita". Ésta es la explicación que ha dado al ombudsman Mariló Ruiz de Elvira, redactora jefa de Internacional, en cuya sección se publicó la informacion.

Versiones ideologizadas

José Rodríguez Navarro ha escrito al defensor de los lectores para indicar que, en su opinión, "la mayoría de los cronistas de los sucesos del Este están publicando versiones ideologizadas de los acontecimientos. Creo que para eso existen los artículos de opinión. De todas formas sigo pensando que este periódico, del cual soy lector desde el primer número, sigue siendo el mejor informado en los temas internacionales y le dedican bastante atención, pero es una pena que desafinen tanto con cronistas como Hermann Tertsch".

El diario ha recibido también varias cartas de protesta, todas ellas de polacos residentes en España, por la publicación en El País Semanal del reportaje 'Humor negro en Polonia', de Javier Martínez Reverte. El grueso de las críticas se basa en lo que consideran injusta descripción de su país.

El Libro de estilo de este diario subraya que las crónicas deben ser informativas, no doctrinarias ni ideológicas. El corresponsal o el enviado especial deben utilizar información propia a ser posible o enriquecer la información ajena. "El análisis que sirva para encuadrar o explicar la información es deseable; no es tolerable, en cambio, la coletilla que refleja opiniones personales o hipótesis aventuradas", indica en el apartado 2.22.

Que las descripciones deben adaptarse al tono general -objetividad, brevedad, neutralidad- y que el protagonismo del cronista no interesa al lector son otras normas de obligado cumplimiento. Sin embargo, no siempre es fácil trazar la línea entre la opinión personal y el análisis. En este sentido, ningún periodista es inocente si no se demuestra lo contrario. Ser periodista e inocente parece ser una contradicción en los términos. La suposición de malicia es consustancial a este viejo oficio de poner por escrito lo que se ve, lo que se oye, e incluso lo que se siente o lo que se piensa. Esta sospecha justificada de los lectores aterriza periódicamente en la mesa del ombudsman, cuyo trabajo, más que de juez o fiscal, es de interlocutor de unos lectores que se sienten agraviados. Explicar que, en este oficio, la opinión es una pulsión que puja por romper la coraza de objetividad más férrea sería adentrarnos en el territorio de lo freudiano. Los periodistas viven esta contradicción como, imagino, los curas la castidad.

Traductores

Carlos Alonso, traductor del libro Monteverdi, de Paolo Fabbri, editado por Turner Música, ha escrito al ombudsman para comentar que su nombre había sido omitido en la elogiosa crítica que Juan Ángel Vela del Campo hizo de la obra en el suplemento Libros del pasado 21 de enero. "Puede que con insistencia podamos conseguir por fin que algo aparentemente tan elemental y sencillo como citar el nombre del traductor de un fibro deje de ser motivo de cartas de protesta", señala Carlos Alonso en su carta.

Los lectores pueden ponerse en contacto directo con el ombudsman en el teléfono 754 45 53 de Madrid.