La pareja y la confusión

La propuesta de Perduti, una notte, del grupo italiana Sosta Palmizi, es presentar retazos de vivencias entre un hombre y una mujer en clave de ambigüedad y consufión: de tiempos, situaciones, personalidades y patrones sexuales.Su trabajo sigue las reglas estéticas de la mayoría del teatro-danza europeo, aunque en este montaje se aprecia su identidad italiana tanto en el colorido y textura escénica como en la personalidad y sentido del humor de los bailarines.

El camino de la introspección como fuente de nuevos temas escénicos y la liberación del cuerpo para nuevos también impulsos de movimiento, válidos en su misma realidad individual, ha permitido a los intépretes creadores ampliar las vías de comunicación del teatro.

Sus cualidades físicas, intelectuales y de estadios culturales o vivenciales son nutrientes de los trabajos de improvisación que configuran el producto bruto, y así su fuerza -que aquí existe- lo hará aparecer ocurrente, imaginativo o evocador.

El problema, difícil para muchos de estos creadores y que Sosta Palmizi no llega a resolver, es convertir el trabajo de taller en espectáculo; moldearlo según una lógica discursiva; mantener el ritmo escénico y la dinámica, externa o interna, para que el tema descrito o sugerido, como en este caso, parezca suficiente. En esta "historia de momentos", que pasa por algunos interesantes como el paso a dos, muy impactante, de la doble figura femenina, o el trío, que llega a una gran comicidad con sólo la repetición de movimientos mecánicos y del ritmo que provocan ellos mismos, resulta difícil encontrar el sentido, y la variedad de imágenes no es suficiente para aceptar tampoco el sin sentido que puedan pretender.

Herencia

De todas maneras, el público de la Sala Olimpia, bastante numeroso, premió con fuertes aplausos el trabajo de los tres jóvenes, procedentes del grupo que Carolyn Carlson dirigió durante cuatro años en el teatro de La Fenice de Venecia, y que más tarde se unieron a otros tres jóvenes para crear el grupo actual.De ella han heredado esa forma peculiar de rozar, acariciar o pegarse con el espacio próximo a la propia figura, de la cual resulta un movimiento de tronco y brazos ágil y voluminoso que en Raffaella Giordano se ve especialmente atractivo.