Seis

Se han puesto los puristas del cronómetro como erizos porque George Bush ha dedicado a Jordi Pujol tan sólo seis minutos de su tiempo. Para empezar, seis minutos presidenciales son tela marinera, y más en Estados Unidos, donde en ese lapso caen y surgen fortunas (ver Dallas, Falcon Crest, etcétera), vuelven a caer y vuelven a surgir. Lo indignante de la indignación de quienes se indignan es que no recuerdan que Felipe González, en sus históricas citas washingtonianas, sólo consiguió un cuarto de hora, lo cual significa que, proporcionalmente, el president de la Generalitat ha obtenido más. Tengo la calculadora a mano, y las cifras no mienten. Seis millones de catalanes a seis minutos da como resultado un minuto de atención por millón. Cuarenta millones de españoles (incluyendo a los catalanes) o 34 millones (excluyéndolos), arrojan, respectivamente, 2,66 millones y 2,26 millones por minuto, lo que supone más del doble de personas y problemas en el mismo rato.Queda otro y, para mí, aún más significativo aspecto de la cuestión: lo que dos personas, sean presidentes o no, pueden hablar e incluso hacer en seis minutos. Ahora que lo pienso, cada vez que un alto mando me ha recibido para un asunto serio no me ha otorgado mucho más, y ello no ha impedido entendemos e incluso fratemizar en el ínterin. Una conversación telefónica con mi asistenta -y eso que es sorda- para recordarle que cuando saque a pasear al perro debe procurar que no lo arrolle una motocaca, no dura más de cuatro minutos, y aún me sobra sitio para proporcionarle la lista de ingredientes que deseo que ponga en el caldo.

En términos culinarios, todo el mundo sabe que en sólo seis minutos se logra cocer hasta la solidez tantos huevos como quepan en la cazuela. Y si descendemos al terreno de la sexualidad, no olvidemos que una buena eyaculación precoz no necesita más. Así que a ver si mostramos más respeto.