Una radio y mucha indignación en Sevilla
Alfonso Guerra se soltó ayer, en el Congreso. Sevilla gastaba sol de primavera que alumbraba los naranjos amargos. Pero su pueblo, sin televisión, se moría de pena. Ni la pequeña pantalla estatal, ni Canal Sur, ni Antena 3 por razones técnicas. Nada. Sevilla era una radio y mucha indignación.La quiosquera de la calle Almirante Lobo hace punto y escucha al vicepresidente: "¡Cómo se cree usted que se iba a culpar él mismo, venga ya; además es tonto, porque querer hacer creer que no sabía nada... !". Avenida de la Constitución: nadie escucha el transistor caminando; en la parada del autobús, siete personas permanecen mudas. La catedral ya cierra sus puertas; dos señoras han acabado sus rezos y cuchichean. En la librería Esteban no se escucha la radio, pero sí zumba en los oídos del anticuario de al lado: "La verdad es que no atiendo, porque no me interesa la política, pero es un error grande eso de que no se pueda ver la intervención de Guerra en televisión. Y lo que yo digo se lo dirá todo el mundo".
Calle Sierpres, jaleo eterno de broma y de veras. En el Bar Laredo se vive la vida. La quiosquera de enfrente escucha a Guerra. ¿Es convincente?: "Dice que va a ser muy güeno, que no lo va a hacer más". En el Salón de Juegos, de tercera edad abarrotado, se sueña. Más calle Sierpes; un señor letrado, que oculta su nombre, camina con el transistor pegado a la oreja. Lo interrumpo: "Me extraña mucho, muchísimo, que no se transmita esto por televisión; todos los españoles tenemos derecho a saber". ¿Y qué piensa de la cosa?: "No lo voy a analizar, pero pienso que ha habido políticos en el pasado que han tenido vergüenza y han dimitido; por ejemplo, Alejandro Lerroux". Abandono al letrado a la altura de la tienda Philips Ultrarradio, donde se escucha lo que todos querían ver en televisión.
Calles barridas
Un taxi, camino del barrio de Triana: "Mire usted, si esto se viera en la televisión todas las calles de Sevilla estarían barridas por completo. Se lo digo yo. Alfonso lo sabía todo; a Escuredo ya lo echaron porque no comulgaba con él, y a De la Borbolla lo quisieran echar también. Me parece bien que coloque a los hermanos para que coman, pero no para hacerse ricos así de rápido".
Calle Pagés del Corro, corazón de Triana. Un peatón: "El tema que ha dicho en la radio no convence a nadie. Pero le han dado leña, sobre todo Rojas Marcos; ese sí que vale". En el bar Kika, en el mostrador, siete personas se,hacinan en torno a un transistor: "Es una vergüenza esto de que lo oculte en directo la televisión; pero le están dando leña, menos el CDS, que parece suavecito". Uno, dos tres, cuatro, cinco automóviles están frenados por el semáforo; cuatro escuchan la radio/Guerra.
En la universidad de Sevilla, facultad de Filología, los estudiantes están a lo suyo. "De esto de la política pasamos mucho". Juan Carlos, primer año de la facultad, no cree que Guerra deba dimitir, "porque todos los políticos están mezclados".
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