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El alcalde de Palermo, forzado a dimitir

Juan Arias

La ciudad de Palermo, capital de Sicilia, está sin Gobierno desde la noche del pasado martes, día en que dimitió el mítico y atípico alcalde democristiano, gran fustigador de la Mafia, Leoluca Orlando. Con él presentó la dimisión toda la Junta de Gobierno, de la que formaban parte, además de los democristianos de izquierdas, comunistas, socialdemócratas, católicos de la Ciudad para el Hombre, verdes e independientes de izquierdas. "La claridad no es una derrota", ha comentado Orlando en el momento de anunciar su decisión. "Está claro que cada vez que se intenta crear algo nuevo en política, fuera de los tradicionales y escleróticos esquemas tradicionales, hay quien enseguida se esfuerza por apagar aquel fuego", agregó.

La crisis de Palermo se había hecho inevitable desde que, hace sólo unos días, se modificaron las alianzas. Tras una visita del presidente del Consejo de Ministros, Giulio Andreotti, a Palermo, la Democracia Cristiana provincial -presidida por Rino La Placa, adscrito a la izquierda del partido y que hasta ahora había apoyado la experiencia revolucionaria palermitana- se vio abocado a la dimisión al haber cambiado bruscamente la orientación de las alianzas internas. El gran centro del partido en lugar de apoyar a la izquierda se alió con la derecha andreottiana.El presidente de la Democracia Cristiana y ex secretario del partido Ciriaco de Mita ha calificado lo ocurrido en Palermo como una "fea historia", a lo que Andreotti ha respondido: "La historia había sido fea desde el principio". Por su parte, el nuevo secretario democristiano, Arnaldo Forlani, ha comentado que es justo que también Palermo se ponga a tono con la fórmula de Gobierno nacional dando de nuevo paso a los socialistas también en Palermo.

El alcalde dimisionario había declarado a este diario, para irritación de muchos socialistas, que en Palermo la Mafia había asesinado siempre a democristianos o comunistas pero nunca a un socialista. Todos los partidos que hasta ahora habían colaborado con Orlando le han dado su total apoyo y están dispuestos a dar batalla en las elecciones administrativas de la próxima primavera. Se rumorea que el ex alcalde Orlando podría presentarse no con la Democracia Cristiana sino con otro partido o con una lista cívica, al margen de los partidos. Forlani ha declarado al respecto: "Espero que no se le ocurra tal barbaridad".

Se espera ahora la reacción de los jesuitas del centro de la pastoral política de Palermo, que han sido los que idearon la experiencia palermitana, y por ello deben viajar en coche blindado y escoltados por la policía. Ellos también se consideran traicionados por el sector democristiano del católico y vaticanista Andreotti.

Los comunistas insisten en que la crisis de Palermo se fraguó el jueves pasado cuando Andreotti hizo lo que ellos llamaron la visita pastoral a la ciudad. En aquella ocasión, los universitarios que mantienen la ocupación de la Universidad de Palermo desde hace 50 días, junto con un grupo de trabajadores, obligaron, arrojándose al suelo, a detener el coche del presidente del Gobierno, a quien abuchearon con gritos de: "Andreotti, Belzebú, la Mafia eres tú".

El presidente del Gobierno, con una gran capacidad de ironía ha respondido a quienes insinúan que ha sido su visita la que ha provocado la crisis de Orlando y de su Gobierno: "Nunca he ejercitado funciones de funeraria".

El mayor malhumor se advertía ayer en medios de la izquierda democristiana, encabezada aún por De Mita. Varios de sus representantes han insinuado que lo ocurrido en Palermo "podría tener consecuencias nacionales" y han amenazado con dimitir, tanto de sus cargos en el Gobierno como en el partido.

El más contento es Bettino Craxi, el secretario de los socialistas, que se ha repuesto de su reciente enfermedad y ha reaparecido con grandes bríos: "Mi estado de salud", ha dicho, "es absolutamente excelente. Por el contrario, hay partidos que están con fiebre, convulsiones y hasta alucinaciones".

Una muerte anunciada

El fin de la original y difícil experiencia de Palermo no ha sido una sorpresa. Su certificado de defunción había sido en realidad firmado durante el último congreso socialista, celebrado en Milán, cuando se presentó el nuevo secretario democristiano Forlani, que acababa de derrocar a De Mita en el congreso democristiano. Craxi y Forlani se encontraron a puerta cerrada durante media hora. Y poco después se abrió la crisis de Gobierno que obligó a De Mita a dimitir también del cargo de presidente del Gobierno. Ya entonces se dijo que en el pacto entre Craxi y Forlani para llevar al Gobierno italiano a Andreotti, un punto fundamental era hacer abortar la espinosa experiencia de Palermo.

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