Juan Manuel Eguiagaray: "Es desleal pensar que la autodeterminación cabe en la constitución"
Los miembros de ETA en Argel no tenían peso para detener la violencia, según el delegado en Euskadi
VICTORINO RUIZ DE AZÚA Juan Manuel Eguiagaray (Bilbao, 1945) regresa a Euskadi 15 meses después de ocupar la delegación del Gobierno en Murcia. Su ausencia de la política vasca ha sido sólo aparente. Este doctor en Derecho y licenciado en Economía, profesor de la universidad de Deusto, casado y padre de un hijo, nunca ha permanecido ajeno a las claves para resolver los problemas de su país. Eguiagaray es rotundo en la polémica surgida en torno al derecho de autodeterminación: "Es desleal pensar que la autodeterminación cabe en la Constitución", dice.
Hace un año representó al Gobierno central en las conversaciones de Argel con la organización terrorista ETA, junto al secretario de Estado para la Seguridad, Rafael Vera. La reanudación del diálogo está "descartada en este momento", según declara.Eguiagaray goza de la confianza plena del ministro del Interior, José Luis Corcuera, y se le tiene por una de las voces escuchadas con más atención por Felipe González en asuntos vascos. La toma de posesión de su nuevo cargo como delegado del Gobierno en Vitoria, el 22 de diciembre último, coincidía con el estallido de una tormenta política imprevista en torno al derecho de autodeterminación. Pocos días después el Partido Nacionalista Vasco (PNV) y Euskadiko Ezkerra, por una parte, y Eusko Alkartasuna, por otra, depositaban ante el Parlamento autonómico sendas proposiciones para su reconocimiento.
Pregunta. El partido socialista y el Gobierno central han reaccionado con irritación a la última iniciativa de los nacionalistas. ¿Pueden acabar las discrepancias en una ruptura con el PNV?
Respuesta. Me gustaría que no fuera así. Hay cosas demasiado importantes como para ponerlas en cuestión. Por eso debemos seguir, incluso en este ambiente de cierta crispación, haciendo una llamada a la responsabilidad. El pacto de Gobierno, como el de Ajuria Enea en un ámbito más amplio de lucha contra el terrorismo, han sido hitos fundamentales en el avance de la normalización política y del consenso alrededor del marco jurídico político en el que nos movemos. Todo eso debería quedar al margen de una discusión planteada de forma poco responsable. Tampoco se puede ocultar que frente a la polémica de la autodeterminación hay dos actitudes posibles. Si la tomamos en serio, como creo que debemos hacer, plantea cuestiones de deslealtad constitucional y estatutaria. Si hablamos de autodeterminación para identificarla con el estatuto, la pregunta es para qué necesitamos hablar de autodeterminación; sería redundante.
Cosas seriasP. La intervención del presidente del Gobierno no ha suavizado precisamente la tensión con los nacionalistas.
R. El presidente ha sido serio y contundente, pero es que con las cosas serias sólo se puede actuar así.
P.¿En un régimen democrático no es lógica la aspiración de los partidos a cambiar las cosas desde sus idearios?
R. El estatuto de autonomía y la Constitución pueden reformarse; ambos establecen el camino para hacerlo. Si alguien pretende la reforma, que lo diga abiertamente. Los socialistas y el Gobierno de la nación ya hemos expresado que nos opondremos. Ése sería al menos un planteamiento franco y abierto. Es más confuso y engañoso pretender que la autodeterminación quepa en la Constitución y sea compatible con lo que aceptamos al aprobar el estatuto. Las cosas no se pueden mezclar, no vale todo. Lo desleal es tratar de hacer compatible la autodeterminación con la Constitución y el estatuto.
P.¿Usted no es sensible a lo que pueda haber de intento de arrebatar esa bandera a los violentos?
R. Ése es un argumento más justificativo de una decisión equivocada que una convicción, y además es un error profundo. No hay más que ver la actitud de HB y de ETA, están felices. Esta polémica va a servir en realidad para romper el aislamiento de HB respecto al resto de los partidos nacionalistas. Ahora encuentra en ellos un pretendido aliado. Se les da a ETA y a HB una cobertura política, un balón de oxígeno, pero ellos siempre irán más lejos.
P. Con un debate pendiente en el Parlamento vasco y dos propuestas distintas, ¿cuál sería una solución aceptable?
R. Es prematuro decirlo. Están tratando de eso los partidos, y confío en que encuentren una salida sin afectar valores importantes. No se sabe lo que puede ocurrir. Es posible que se retiren o que no se apruebén y se recupere el buen sentido. Si el Parlamento vasco afirmara el derecho de autodeterminación, generaría un problema.
P. ¿Por qué emerge ahora está cuestión, en pleno período de consenso?
R. Hay un origen inmediato, un líder de una comunidad autónoma que tira la piedra y esconde la mano. En Euskadi decidieron no ser menos. Ha actuado también el temor de que al partido nacionalista mayoritario dentro del campo democrático le fuera arrebatada esa bandera. Nos acercamos ya al final de la legislatura, y pronto se medirá cuál es el peso relativo de las distintas fuerzas nacionalistas.
P. Los tres partidos promotores del debate coinciden en la necesidad de realizarlo en el Parlamento para impedir que se produzca en una mesa con ETA. ¿Le molesta la sospecha o la desconfianza encerrada en ese razonamiento?
R. También con ese argumento se pretende más una defensa propia que la expresión de convicciones sobre lo que se hizo en Argel. Los partidos democráticos y el lehendakari saben que allí no se podía hacer, y no se hizo, nada que pudiera significar la modificación del marco político. Estuve presente y sé de lo que hablo. Jamás la representación del Gobierno planteará con grupos terroristas la modificación de la voluntad de los ciudadanos.
P. ¿En Argel se habló de autodeterminación, como sospechan algunos políticos?
R. Pues no. Es posible que decepcione a alguien, pero en Argel sólo se quiso examinar la posibilidad de terminar con la violencia. La representación del Gobierno expresó a quienes no se quieren convencer de ello que los ciudadanos vascos han votado, están bastante felices con el estatuto y ése es el marco imprescindible para alcanzar la paz, no cualquier otro, como dice el pacto de Ajuria Enea. Eso fue lo fundamental entre las muchas cosas de que se pudo hablar allí. Sería malo que se generasen ahora incertidumbres o desconfianzas.
PropagandaP. En los últimos meses ETA y HB acentúan la petición de reanudar el diálogo. ¿Cree en la sinceridad de esas demandas?
R. Para ellos es fundamentalmente un objetivo táctico, propagandístico. Si uno se toma la molestia de conocer su propia literatura, está muy claro que el objetivo es la propaganda. Cuando ETA acabó a tiros con las conversaciones, el Gobierno declaró muy en serio que aquello estaba cerrado. En este momento sigue cerrado.
P. Si el objetivo de ETA y de HB está tan claro, ¿por qué el Gobierno les dio esa. baza el invierno pasado?R. El Gobierno creyó, en mi opinión acertadamente, que era bueno poner de manifiesto, con todo el apoyo de la sociedad democrática, la voluntad de poner final al terrorismo. Se hizo un esfuerzo mayor que en ocasiones anteriores y quizá con mucha más publicidad. Aquello terminó porque nos encontramos con una ETA convencida de que se podía negociar con el Gobierno la autodeterminación y el marco jurídico. Además, los interlocutores de ETA carecían finalmente del peso suficiente para tomar la decisión de poner fin a la violencia. Fue un esfuerzo importante, pero ETA lo cerró a tiros, y no se va a repetir indefinidamente.
P. ¿Qué queda por hacer para aproximar el final de la violencia?
R. Ser muy constantes sobre todo. No dar bazas al terrorismo por bien intencionados que parezcan o se proclamen algunos esfuerzos.
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