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VÉRTIGO EN EL ESTE

El Gobierno rumano coloca fuera de la ley al partido comunista

Fuentes yugoslavas afirman que Albania esta bajo el estado de emergencia

ENVIADO ESPECIAL, Rumanía vivió ayer una jornada de explosión popular cuando el Gobierno del Frente de Salvación Nacional (FSN) anunció inesperadamente la ¡legalización de] partido comunista, la celebración de un referéndum para la restauración de la pena de muerte y la creación de una comisión nacional que atienda las solicitudes de los ciudadanos. Este comunicado se lanzó en público, ante la manifestación convocada para conmemorar a las víctimas de la revolución.

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El Gobierno de Albania declara el estado de emergencia

La manifestación en el día de luto por los caídos en la rebelión democrática contra la dictadura de Ceaucescu fue retransmitida en directo por la televisión rumana. "No mentimos, esto se está viendo ahora mismo en todo el país", dijo el primer ministro Petre Roman. Durante todo el día, Bucarest vivió bajo los gritos de "abajo el comunismo" y "muerte a la muerte".Ayer, el periódico Romania Libera, una de las principales publicaciones del país, hizo un llamamiento a los miembros del partido comunista para que quemen sus carnés delante de los templos del centro de Bucarest y en los lugares donde cayeron las víctimas de la dictadura.

Mientras, en Albania el Gobierno ha decretado el estado de emergencia en todo el país, según informaciones de la agencia de prensa yugoslava Tanjug -desmentidas por dirigentes albaneses-, pocos días después de que las autoridades de Tirana acusa ran a los exillados albaneses de fomentar la rebelión.

El pasado jueves, la publicación yugoslava Politika informó que en la ciudad albanesa de Shkodër (la segunda del país) se habían tomado medidas de ex cepción ante la agitación social contra las autoridades comunistas del único país europeo donde pervive una dictadura estalinista.

Ayer el país se despertó díspuesto a guardar la memoria de las 60.000 víctimas de la revolución. En Timisoara los actos fueron presididos por la religión ortodoxa y católica ante miles de personas, mientras en Bucarest las aglomeraciones eran más minoritarias y tomaban un cariz político y lleno de venganza. El clima subió de tono y alcanzó su cumbre cuando los irniembros del FSN hicieron público el comunicado con las disposiciones ante una muchedumbre concentrada ante la sede del antiguo Ministerio de Asuntos Exteriores.

[PP] Más información en la página 4

Entusiasmo rumano por el fin de la era comunista

Horas antes, en un mitin que resultó caótico por su improvisación, que incluso censuró la televisión -"hemos llegado a la conclusión de que no sabemos qué hacer con la libertad", comentó el locutor-, el Gobierno ya dejó entrever las medidas que a primeras horas de la noche difundiría ante un pueblo enfervorizado.Las misas que se repartieron por toda la ciudad durante el día en los lugares donde cayeron las víctimas fueron congregando a familiares bajo un am biente de recuerdos, emoción y lágrimas. "No debemos llorar por esos chicos que han muerto, porque sí no no pueden descansar. Se han sacrificado para que nosotros podamos aprender a sonreír libremente", decía una mujer mientras le resbalaban las lágrimas. A media tarde se fueron concentrando en el centro de la ciudad los grupos y en la plaza de la Victoria, unos pocos miles de manifestantes -la temperatura era de 10 grados bajo cero- rodeaba uno de los tanques que aún permanecen allí estacionados. Miembros del Gobierno se subieron al carro y comenzaron a satisfacer a un pueblo que quería venganza. Este acto era retransmitido en directo por la televisión rumana.

Muerte a la muerte

"Los niños no han muerto para que la Securitate siga viviendo", "muerte a la muerte" y "abajo los comunistas", proclamaba la multitud, y Petre Roman, primer ministro, decía que los crímenes de los terroristas eran merecedores de la pena de muerte e Ion lliescu, presidente del FSN, procuraba transformar los exaltados gritos contra el comunismo diciendo que él, perteneciendo al partido comunista, había sido capaz de criticar a Ceaucescu. El vicepresidente Dumitru Mazilu decía que era capaz de dimitir para acabar con el caos que se producía. Cualquier persona se subía al tanque para coger el micrófono y lanzar acusaciones al Gobierno. Aquello iba tomando el cariz de una república bananera.

Sólo había existido una postura unánime entre los manifestantes: "El Ejército está con nosotros". Todo lo demás habían sido gritos de venganza y censuras al Gobierno.

Un joven criticaba: "Es un día reservado para honrar a nuestras víctimas, y lo que se produce es una manifestación de vándalos que rompe cristales y vuelca coches". Sus palabras fueron recogidas por la televisión.

El Gobierno se asomó a la balconada principal de su sede. La multitud seguía pidiendo venganza. Y llegó el anuncio de las medidas adoptadas: ilegalización del partido comunista, "que fue confiscado por la odiosa dictadura y utilizado como instrumento de la demagogia en contra del pueblo", referéndum el próximo día 28 para la reiristauración de la pena de muerte para los terroristas y la creación de una comisión para atender a los ciudadanos. Después, nuevo mitin, esta vez en la sede del Gobierno, donde sus miembros respondieron a representantes del pueblo.

El Gobierno también tuvo que responder a que aún no se había visto a ningún niño o viejo recibiendo los alimentos y las ropas enviadas por la ayuda internacional.

Roman prometió: "Publicaremos dónde han ido a parar todas estas ayudas. Comprendo que el pueblo esté indignado porque hasta ahora se ha mostrado todo lo malo y nada de lo bueno".

No todo fueron censuras a un Gobierno. Hubo quien proclamó que "el FSN tuvo el coraje de alzarse y responsabilizarse del país. Son personas capacitadas y la unidad se consigue estando con ellos para que puedan trabajar y dialogar. Todo ha de ser civilizado, sin caos".

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