Historia
Ese japonés que está asesorando a Bush sobre cómo desarrollar a los panameños por el procedimiento previo de inculcarles el final de la historia a morterazos ve sus tesis corroboradas en ese duelo entre antiguos compañeros de la CIA, Noriega y Bush, Bush y Noriega, enfrentados ahora por misteriosos desamores. ¡Quién sabe! ¿Una mujer? ¿Un botín? Bush está deshegelizando a Panarná, quiere conseguir un lugar para los panameños en la foto fija del final de la historia, quieran o no quieran, por su bien y por la doctrina Monroe. Cuando existía la historia a esto se le llamaba imperialismo, ahora tal vez se trate de un simple ajuste de cuentas entre gánsteres.Y podemos sacar consecuencias. Después de la historia y tras el de creto de extirpación de las ideologías, quedarán frente a frente los partidarios de la ley del más fuerte y los partidarios de la razón del más débil. Y formarán dos conciencias del mundo, dos saberes, dos teorías, y habrá que comprometerse, habrá que elegir entre asesorar a Bush sobre cómo puede "desarrollar" a los panameños o a los panameños para que no se dejen desarrollar por el imperio. Begin the begin. Cuando caigan todos los draculescus, la mirada crítita de la humanidad tendrá los ojos más claros que nunca para contemplar cara a cara el nuevo desorden, como prueba evidente de que la historia no ha terminado, ni en el sentido restrictivo japonés-hegeliano, ni en el sentido evidente de un saber sobre la evolución de la conducta individual y organizada de los hombres.
Todavía Marx, todavía, descubriendo los intereses materiales que hay debajo de las sábanas de los espíritus con mayúscula y con minúscula. El espíritu del liberalismo se ha refugiado en los bunkers de las multinacionales y los centros de poder adláteres. El espíritu del estalinismo defiende el derecho de herencia de Draculescu. Mientras haya desorden habrá que cambiar la historia. Habrá historia.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.