Santa Rita
Esto es lo que he encargado a Papá Noel: para mi madre, un bonito rompecabezas que ha de resolver antes de 30 días, pasando si no al hogar del jubilado más próximo; para mi hija, un ciclomotor condicionado a que no abandone sus actuales estudios; para el portero, una caja de puros que sólo deberá fumar en caso de derrota del Real Madrid; para mi novia, un bonito jersei que sólo podrá ponerse cuando salga conmigo. Al obrar así me he inspirado en la aristocracia financiera, paradigma de elegancia y modernidad. El barón Von Thyssen parece haber declarado que se llevaría de Barcelona "sus" cuadros si Cataluña llegara a independizarse. Tal decisión le fue inspirada por el desagrado con que presenció las manifestaciones nacionalistas durante la inauguración del estadio Olímpico de Montjuïc.No es ésta la ocasión para juzgar el fondo o la forma de aquellos actos. Quizá, como republicano cortés, me opondría siempre a que se abuchee a un rey, como si fuera un árbitro. En cualquier caso, me parece inelegante y pretencioso condicionar un regalo. Quizá el señor barón fantasea con la imagen de un referéndum en el que los catalanes fuesen a votar con dos únicas papeletas: "Independencia sin cuadros del barón Von Thysen" y "Dependencia con cuadros del barón Von Thyssen". Espero del acreditado seny o buen sentido catalán que una eventual decisión al respecto considere aspectos más globales del problema, con ser los pictóricos muy interesantes. No sé si afortunada o desgraciadamente, el barón Von Thyssen no ha sugerido, inspirado por las negociaciones Barça-Caixa, que una Cataluña eventualmente independiente debiera llevar en su bandera el emblema de alguna de sus empresas.
Santa Rita viene cosechando en el Este numerosos éxitos como abogada de los imposibles, pero como patrona de la donación graciosa e irreversible lo lleva fatal en Occidente.
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