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INVASIÓN EN PANAMÁ

Un amo rebelde

La astucia del indio, la fuerza del negro y el coraje del español forjaron la personalidad de Noriega

Antonio Caño

Noriega ya es el centro del universo. El ejército más poderoso del mundo busca entre las selvas panameñas al pequeño general mestizo que ha quitado el sueño a dos presidentes de Estados Unidos, ha puesto repetidamente en ridículo a la primera potencia mundial y amenaza ahora con interrumpir la pacífica luna de miel que disfrutan las relaciones internacionales.No sólo Manuel Antonio Noriega es ya mucho más importante que Omar Torrijos, su sombra externa, sino que ha partido en dos la historia de Panamá y, tal vez, -el, tiempo lo dirá- la historia de la convivencia entre Estados Unidos y América Latina.

Ni Fidel Castro obligó a Estados Unidos a ir tan lejos. Nadie llegó a concentrar tanto odio por parte de los norteamericanos; ni Gaddafi, ni Arafat, ni ningún personaje mundial provocó nunca tanta irritación en Washington.

¿Y por qué?. ¿Por qué un militar oscuro, sin carisma personal, sin apoyo interno, sin prestigio internacional y sin mayores recursos intelectuales que su incalculable audacia y sagacidad pudo molestar tanto a Estados Unidos?.

Por incomprensión, probablemente. Estados Unidos nunca entendió a Noriega. Sus funcionarios, literalmente, no le comprendían cuando hablaba, y sus estrategas fueron siempre incapaces de pronosticar los pasos del general. La primera superpotencia se estrelló siempre contra el muro de un hombre insólito que presume de reunir algo de las tres razas que pueblan mayoritariamente Panamá: la astucia del indio, la fuerza del negro y el coraje del español. Nació Manuel Antonio Noriega hace 51 años en el indómito territorio del Darién. Su conflictiva infancia lo forjó ya como un luchador nato. Está acostumbrado a esperar, a resistir y a combatir, y quienes han planificado hasta ahora acciones contra él sin tener en cuenta estas características -que han sido muchos- han fracasado.

Sucesor de Torrijos

Se formó como un buen militar profesional, Realizó estudios en la escuela castrense de Perú, una de las más prestigiosas del continente, y alcanzó los mayores reconocimientos. Durante años cumplió a la perfección el papel de hombre de confianza de Torrijos, a quien le desbarató golpes y aconsejó en todo. Era ya desde mucho antes de la muerte de Torrijos su sucesor nato.

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El debido cumplimiento del escalafón le obligó, sin embargo, a esperar algunos años hasta su ascenso a la comandancia de la entonces Guardia Nacional. Lo consiguió en 1983 después, de conspirar y apartar silenciosamente a sus antecesores, Flores y Paredes.

Nunca quiso brillo sino poder. Fue tejiendo lenta y discretamente la red de su dominio sobre la base de un ejército fiel al que bautizó como Fuerzas de Defensa. Cuando los demás se quisieron dar cuenta, Noriega era ya el amo de Panamá. Lo hizo a su manera, con el estilo clásico de quien había sido durante varios años jefe del servicio secreto militar, G-2.

Noriega siempre envidió no poder inventar frases inmortales como aquella de Torrijos en que prometía que no aspiraba a entrar en la historia sino a entrar en la zona del Canal. Fue Estados Unidos, la guerra declarada contra él, por el Gobierno norteamericano, la que le dio la oportunidad de ascender a los altares.

Publicó entonces. un libro con sus 100 pensamientos, mandó pintar imágenes suyas en todos los cuarteles y consiguió vencer el complejo por su aspecto físico para aparecer continuamente en actos públicos y concentraciones de masas. Los ataques de Estados Unidos le dieron la oportunidad de convertirse en un líder nacional, pero nunca lo consiguió verdaderamente. Es difícil asegurar que Noriega no hubiera preferido, en realidad, quedarse como el oscuro policía que maneja todo el poder en la sombra. Tan difícil como aventurar cualquier hipótesis sobre lo que pasa cada día por la cabeza de este confuso personaje.

Hombre sin ideología y sin ideales, acostumbrado a condicionar sus principios al sentido del viento que sople, capaz de anteponer sus intereses inmediatos a su moral, Noriega es impredecible como político y como ser humano. Es lo bastante tierno como para acordarse de la fecha de cumpleaños de su secretaria y lo bastante frío como para liquidar personalmente al compañero de armas que le traiciona. Es capaz de la mayor generosidad con la mujer que ama y capaz también de condenar a todo su país a la peor crisis de la historia sólo por su propia supervivencia.

Los espías no tienen un carné que los acredite como tales, pero no es descabellada la versión de que Noriega trabajó al mismo tiempo para los servicios secretos de Estados Unidos y de Cuba. En cuanto a los norteamericanos, conviene recordar que la CIA y el Pentágono se resistieron hasta el último momento a romper con un hombre que les había servido tan bien.

Con respecto a los cubanos todavía circulan las fotos de las conversaciones entre Fidel Castro y Noriega cuando éste, todavía en vida de Torrijos, se dedicaba a las más delicadas misiones de apoyo a los movimientos guerrilleros en Centroamérica y otras muchas gestiones del mayor secreto.

Quienes están convencidos de que Fidel Castro nunca abandona a los que ha sido sus amigos encuentran así, al menos parcialmente, una explicación al apoyo que el Gobierno de La Habana ha venido prestando, contra viento y principios, al de Panamá.

Las cosas que Noriega ha hecho las ha hecho porque le interesaba hacerlas y las que no ha hecho, simplemente, porque no le convenían. No se recuerda algo a lo que haya. renunciado por escrúpulos. En el mundo turbio del tráfico de drogas, en el que Panamá ocupa una posición geográfica y política excepcional, es muy difícil conservar en este país una pureza total. Nunca han podido presentar pruebas contra él, pero se ha dado como un hecho irrebatible la participación de Noriega en el lavado de dólares.

En Colombia, en años pasados, expertos en narcotráfico aseguraban que Noriega dejaba hacer al cártel de Medellín a cambio de jugosas compensaciones económicas. Esto, según los expertos, se vino abajo cuando Noriega, presionado por Estados Unidos, delató a Jorge Luis Ochoa mientras éste se encontraba en España. Desde entonces, el Ejército panameño ha llevado a cabo con éxito algunas importantes operaciones antidroga.

La utilización que se ha hecho de este tema quita importancia al delito mismo del narcotráfico, pues la misma DEA (agencia de EE UU de lucha contra el narcotráfico) que hace tres años felicitaba a Noriega por su contribución en la lucha contra las drogas lo acusa ahora en un tribunal de Estados Unidos.

Contradictorio ion todo

Noriega es contradictorio en esto y en todo. Nadie sabe si realmente presta atención a los brujos baratos que le rodean o, simplemente, los utiliza para impresionar a sus subordinados. Su afición a todos los ritos orientales, su admiración por los cultos exóticos le han creado fama (de hombre raro e impenetrable. Los militares le respetan, sus compatriotas se dividen -no al 50% - entre el amor y el odio, sus rivales políticos sienten pavor con sólo mirarle a la cara.

Llegó a creerse invencible. Y puede que con razón, porque ha sido necesaria la más potente maquinaria de guerra del mundo para destruir a un hombre y, quizá, construir un mito.

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