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El "fantasma de Hong Kong" asedia al Gobierno de Margaret Thatcher

El Gobierno británico vive estos días asediado por el fantasma de Hong Kong, un resto colonial que plantea indeseables problemas a Margaret Thatcher. La Cámara de los Comunes debatió ayer por la tarde la criticada política de repatriación forzosa impuesta a los refugiados vietnamitas y hoy va a tener conocimiento del número de hongkongeses con derecho a instalarse en el Reino Unido.

Thatcher está haciendo, así, un esfuerzo de última hora de para evitar la desestabilización de la colonia que amenaza con hacer mucho daño al partido Conservador.Los ánimos estaban caldeados ayer en los Comunes, aunque no tanto como en los campos detención de refugiados de la colonia, donde la situación era "extremadamente tensa", según fuentes de la ONU, y las autoridades temen un estallido de violencia, después de que la semana pasada la Administración colonial repatriara de forma forzosa a 51 de los aproximadamente 55.000 vietnamitas refugiados en Hong Kong

El Gobierno no está dispuesto a dar marcha atras en su decisión por mucho que la oposición airee las condenas que esas medidas han suscitado en medios tan dispares como Washington, la Santa Sede, Aminstía Internacional, el Comisariado para los Refugiados de la ONU y el primado de la Iglesia de Inglaterra.

El Ejecutivo británico sostiene que Hong Kong ni puede soportar esa población flotante de refugiados en sus campos de detención, ni puede asimilarla con los habitantes chinos de la colonia (quienes ven con satisfación la expulsión de los vietnamitas). Mientras la comunidad internacional no haga algo por encontrar acomodo a los huidos, Londres dice no tener otra salida que devolver a su país a los 40.000 refugiados que considera carecen de motivos políticos para dejar Vietnam.

Derecho de instalarse

El problema de los vietnamitas es un conflicto menor para Thatcher comparado con el de decidir a cuántos de los habitantes chinos de la colonia se ha de conceder el derecho a instalarse en el Reino Unido. Hong Kong vienen sufriendo una continua fuga de cerebros y personal cualificado desde que en 1984 Londres y Pekín suscribieran el acuerdo por el que la colonia volverá a control chino en 1997. La matanza de Tienanmen aceleró esa sangría, que ahora está en los mil técnicos semanales. Londres quiere ponerle fin mediante la concesión del derecho a instalarse en la metrópoli a un número de habitantes de la colonia, en la confianza de que, al tener garantizada una salida si las cosas van mal bajo la férula de Pekín, no dejarán ahora Hong Kong, que empieza a sentirse descapitalizada y descerebrada.El Gobierno anuncia hoy a cuántos hongkongeses está dispuesto a admitir -una cifra que oscilará entre los 150.000 y 0los 200.000-, pero la mera propuesta de incrementar el número de extranjeros que vive en el Reino Unido ha reactivado la xenofobia de la sociedad británica. Las bases parlamentarias del Gobierno se han revuelto contra esa medida y sus más destacados portavoces han amenazado con "una rebelión sin precedentes".

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