Decenas de miles de moscovitas homenajean a Sajarov
Decenas de miles de moscovitas, que formaban una cola de varios kilómetros, acudieron ayer al Palacio de la Juventud de Moscú para rendir el último tributo a Andrei Dimitrievich Sajarov, símbolo de la honestidad,la lucha por la democratización y los derechos humanos y las mejores tradiciones de la intelectualidad rusa, más allá de su propia época. El cadáver de Sajarov, vestido con un traje negro, yacía en un ataúd forrado de rojo, colocado sobre un pedestal envuelto en coronas de flores, en el vestíbulo principal del edificio. Era el cuerpo de un anciano con los labios apretados y un hematoma en la sien, en contraste con la imagen de la fotografía que presidía la sala: con gafas, auriculares y la mejilla sobre un puño cerrado.
Los visitantes y las flores llegaban de todas partes, y el duelo hermanaba a los más distintos estratos de la sociedad soviética. A los pies del ataúd destacaba una cesta de crisantemos blancos enviada por el escritor Alexandr Solyenitsin, deportado en los años setenta. Había una corona del Grupo Interregional de Diputados, la asociación parlamentaria de la que Sajarov era copresidente y líder moral; otra de Memorial, la organización antiestalinista en cuya dirección estaba también Sajarov. Las había de los barrios de Moscú, de las ciudades del interior de Rusia, de los institutos de la Academia de Ciencias, de los tártaros de Crimea y de la Embajada de EE UU.[La reina Sofía y el ministro de Asuntos Exteriores español, Francisco Fernández Ordóñez, enviaron sendos telegramas de condolencia a la familia del académico fallecido, informa Efe).
La ceremonia no tenía nada en común con los velatorios de los líderes soviéticos, rígidos, solemnes y pomposos. El ambiente era respetuoso y conmovedor, y el orden parecía más garantizado por los servicios de jóvenes admiradores del fallecido, entre los que había también veteranos de Afganistán vestidos de uniforme.
Energía y entereza
Elena Bonner había abandonado sus tradicional atuendo deportivo y descuidado por un traje de chaqueta negro, collar de perlas al cuello y unas medias grises que contrastaban con su cabello blanco. La viuda hacía gala de una gran energía y entereza. En una entrevista a la televisión pidió a la gente que no acudan hoy al cementerio, porque, afirmó no quería que se marido se convirtiera en un "icono instrumentalizado" por diferentes; fuerzas políticas.
Los moscovitas -hombres, mujeres, niños, gentes de todas las edades- enfundados en gorros y abrigos, desfilaban ante el féretro, mientras en el aire sonaban compases de Chopin y Bach. Entre ellos estaban muchos diputados del Grupo Interregional.
El líder polaco de Solidaridad, Lech Walesa, anunció ayer que asistiría al entierro que, sin duda, será un acto multitudinario en el estadio de Lushniki, lugar de mítines y manifestaciones donde Sajarov había intervenido en más de una ocasión. Walesa y Sajarov se entrevistaron en París a primeros de años. Los diputados del Congreso harán una pausa para acudir a la ceremonia.
Si se cumple el orden del día previsto, primero tendrán que aprobar o rechazar un decreto de medidas para el saneamiento de la situación económica que ha decepcionado incluso a sectores reformistas moderados por su timidez y su falta de enfoque coherente. El jefe del Gobierno, Nikolai Rizhkov, ha comprometido su prestigio personal e incluso su cargo en el programa de saneamiento económico, que ha devaluado propuestas más radicales. Rizhkov echó toda la carne en el asador, después de que el académico Georgi Arbatov le instara a responsabilizarse personalmente del proyecto gubernamental.
"Quiero dar una fórmula de oposición. ¿Qué es la oposición? No podemos asumir toda la responsabilidad por lo que hace hoy la dirección [soviética]. Ésta lleva al país a la catástrofe, demora el proceso de la perestroika por muchos años", decía Sajarov el 14 de diciembre.
Esa última intervención de Sajarov fue publicada ayer en un número especial monográfico de la revista Novedades de Moscú dedicado al académico. Sajarov pronosticaba un futuro en el que todo va a "destruirse, destruirse intensivamente", y advertía que la "decepción en el país aumenta" debido a la lentitud de la reforma económica.
"Esta decepción hace imposible la vía evolutiva de desarrollo en nuestro país. El único camino, la única posibilidad de una vía evolutiva es la perestroika radical", afirmaba. Sajarov defendía también su última acción política, la huelga de advertencia de dos horas convocada para el 11 de diciembre. "Lo que pasó esta semana durante la discusión de nuestro llamamiento fue una importante politización del país. No tiene ninguna importancia si hubo muchas huelgas o no ( ... ) Lo importante fue que el pueblo encontró por fin una forma de expresar su deseo y que está dispuesto a prestarnos apoyo político. Esto lo comprendimos y no debemos renunciar a este apoyo", señalaba.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.