_
_
_
_

Suicidio por error

Un preso, esquizofrénico y drogadicto, se ahorcó en su celda porque no le suministraron medicamentos

La abogada Ángeles López conoció a Antonio Leiva hace unos meses. El menor de los hijos de un impresor de Alcobendas era un chico "bien parecido, rubio y alto" con un retraimiento patológico ante la vida. Drogadicto y esquizofrénico, pasaba las horas pidiendo en el metro. Un chico más joven que él se asustó y denunció a Antonio cuando se acercó a pedirle. La abogada Angeles López logró que sólo estuviese en la cárcel de Carabanchel dos o tres días. De allí pasó al hospital psiquiátrico penitenciario. Salió sin fianza un mes después. Pero no resistió una segunda caída, hace unas semanas.

Por lo que la abogada define como "un error judicial" Antonio Leiva ingresó en la cárcel en vez de en el hospital. Su madre intentó sin éxito que le dieran las medicinas que necesitaba. Cuatro días después de su ingreso, Antonio se ahorcó en su celda.Antonio Leiva Caballero era un chico que destilaba tristeza a sus 21 años de edad. "Cuando iba a verle a la cárcel o al hospital me decía que le habían robado la ropa o el dinero, o que se habían reído de él", relata la abogada. "Yo intentaba animarle y le gritaba que se defendiera, que reaccionara de una vez". Antonio intentaba convencer a todos de que él no era un drogadicto, de que estaba enfermo y de que la heroína era su única forma de defenderse.

Sus padres no sabían qué hacer con ese despojo humano que pasaba gran parte del día llorando. "Hablabas con él, le decías cualquier cosa y, estallaba en llantos", recuerda la abogada. El doctor Alfredo Abrines, jefe de los servicios de salud mental de Alcobendas, escribió en su informe que Antonio presentaba "ideas delirantes de referencia y perjuicio, vivencias de extrañeza y despersonalización, alucinaciones auditivas, actividad pasiva y trastornos formales del pensamiento.

A finales de noviembre fue detenido por robar en un establecimiento de San Sebastián de los Reyes en compañía de otro joven. La madre imploró a la juez de Alcobendas. Su hijo estaba enfermo, necesitaba una fuerte medicación y debían mandarle al hospital penitenciario. Pero, según la versión de la abogada, no había titular en el juzgado número 2 y el responsable del 1 estaba de vacaciones. Un juez accidental atendió el asunto. La súplica de la madre se perdió en un mar de papeles Y Antonio fue enviado a la cárcel de Carabanchel.

Este periódico intentó aclarar en los juzgados de Alcobendas el desarrollo de los hechos. La nueva juez, recién llegada, dijo que aquel día estaba la titular, que asumía los dos tribunales. "Por lo que yo sé, se cumplieron los trámites legales, aunque no tengo el procedimiento aquí. Si hay que ingresarle o no en el hospital penitenciario, depende de cada caso. No conozco este proceso, aunque sé que pidió a la cárcel que se siguiera con el tratamiento médico".

El 1 de diciembre Antonio ingresó en Carabanchel. La abogada piensa que el reconocimiento médico, si se hizo, no debió de ser exhaustivo ya que Antonio presentaba síntomas de su enfermedad "a simple vista". Modesto Blazquez, subdirector de la cárcel, afirma que se atendió "un mandamiento judicial". "El interno fue sometido a los análisis y a las pruebas pertinentes. Yo no soy médico y todo este asunto está en manos del Poder Judicial. Sólo se que según su historial se le debía poner una inyección el próximo 22 de diciembre y que se le atendió correctamente".

"¡Maldita lluvia!"

La madre suplicó en la cárcel que le suministrasen los medicamentos que necesitaba para su "esquizofrenia tipo paranoide", según los informes. Pero en la cárcel es preceptiva una autorización de los médicos del centro. La tarde del 5 de diciembre, la madre de Antonio volvió a llamar a la abogada y le dijo que su hijo estaba muy mal.Entre las cinco y las siete de la tarde la abogada se dispuso a visitar a Antonio. "Pero hacía un día horrible y me había quedado sin coche. No paraba de llover y pensé que era lo mismo si iba a verle al día siguiente". "¡Maldita lluvia!", exclama la abogada.

A la misma hora en la que la abogada observaba el día desapacible, Antonio, encerrado y sólo en su celda, fabricó con las sábanas de su cama una cuerda y se ahorcó.

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_