Un orfebre moderno
Franco Maria Ricci, poco más de cincuenta años, una rosa de plástico de veinte años de edad en la solapa de su chaqueta sobria y oscura, camisa desabrochada de color suave, era ayer un joven italiano de Parma que presentaba en Madrid la versión española de su obra más preciada. Pero FMR no es lo único que ha salido de sus manos de orfebre moderno: ha publicado libros de lujo y ha contado siempre con un ojo exquisito para sorprender al mundo con el ejercicio a veces salvaje del buen gusto.Se pensaría, con esos antecedentes, que es un personaje fatuo y distante, una especie de señor de las moscas de la vanidad. Y no. Es sencillo y claro, con un deje portugués que convierte su italiano-español en un lenguaje deslizante.
Al final del almuerzo de ayer, donde Ricci presentó su criatura más preciada, "la revista mas lujosa del mundo", el editor que ha convertido su oficio en una pasión nos dijo: "Yo creo que ser editor es como estar loco. Esa locura es el castigo que nos impone Dios por nuestro orgullo de creer que somos como él".
Lleva 25 años editando libros y siete con su revista. A los que le dicen que es muy cara les responde que con el mismo dinero se puede comprar una botella de vino. ¿Por qué la mantiene así, en un mundo en el que domina la ropa rápida, la literatura ligera, la revista que se tira? "Porque la quiero habitante de un museo".
Hoy viaja a Barcelona. Asistirá al funeral de su compañero Barral, "mi amigo". El duque de Alba, Jesús Aguirre, otro editor, dijo cuando murió el escritor catalán: "Era uno de los últimos editores". Ricci es otro de los penúltimos.
