Walid Jumblat: "El Papa confunde a Aoun con Walesa"

ENVIADA ESPECIAL"Si no se toma Baabda y se saca de allí al general Aoun, el país se dividirá", asegura el líder druso libanés Walid Jumblat, nuevo ministro de Obras Públicas. En un momento en que la posibilidad de una solución militar al conflicto de poder que divide a Líbano ha sido descartada por todas las partes, Walid Jumblat no renuncia a esa vía ante la ausencia de progresos de los medios diplomáticos.

En su fortaleza de Mujtara, donde dedica el fin de semana a atender las peticiones de su pueblo, este político extravagante advierte contra los peligros de la participación. "Significaría la guerra de los 100 años en Líbano". Sus respuestas son rápidas y breves.Hay que irle sacando las declaraciones a base de un bombardeo de preguntas. Está nervioso. Tiene mucho trabajo y da la impresión de que las entrevistas le aburren enormemente, pero se somete con docilidad.

Su temor a la partición viene, según confiesa a EL PAIS, del apoyó a esta alternativa que prestan Israel, Irak y el Vaticano". Insiste de forma especial en este último Estado. "Pone en peligro a los cristianos de Oriente Próximo. Y son 15 millones. ¿Qué van a hacer? ¿Ir a la diáspora?. ¿Pretenderán establecerse en el trozo de Líbano cristiano?", plantea con malicia.

Al preguntarle por qué motivo los cristianos de Siria o de Egipto habrían de abandonar sus países, explica que al "integrismo cristiano le responderá, con toda probabilidad, un integrismo musulmán".

De lo que no tiene duda el nuevo ministro libanés de Obras Públicas es de la autoridad espiritual de la curia romana, aunque, en su opinión, ha cometido un error. "El Papa ha confundido a Aoun con Lech Walesa, y no es el mismo caso, salvo que descubramos ahora que Aoun es polaco de origen", afirma con un humor lleno de sarcasmo.

Sus ayudantes le interrumpen. Una carta que requiere su firma. Atiende el asunto. Desayuna y habla con la periodista. Todo al mismo tiempo, sólo que tal vez un poco tarde. Es ya la una y no ha tenido oportunidad de probar bocado.

A pesar del aplomo con que desgrana sus contestaciones, Jumblat no quiere dar consejos, y menos que a nadie al presidente Elías Haraui. "Yo me ocupo de la cartera de Obras Públicas, eso es todo".

Pero, ¿existe eso en Líbano? "Por supuesto", responde, y se enzarza en la enumeración de los logros de su ministerio. La insinuación de que Haraui tiene previsto disolver las milicias no parece inquietarle, "con la condición de que se integren en el Ejército que dirige el general Emile Lahud". Pero para que sus cerca de 4.000 hombres entreguen las armas pone una condición: "Que primero se acabe con la gran milicia que constituyen los soldados de Aoun".

Lograr una paz justa

Insiste en que su principal aspiración es "terminar con la guerra y lograr una paz justa para todo el mundo". Lo que sorprende es que un hombre tan bien situado en la política libanesa como él tenga que reconocer que el origen de la guerra civil representa "un misterio que me, sobrepasa".

Misterioso resulta también para muchos libaneses que haya aceptado formar parte del Gobierno de Selim Hoss, al que en el anterior Gabinete criticaba de forma abierta. "Es el juego político", declara con un guiño. "No tenía más remedio que llamarme. Además, creo que es un hombre honrado, pero está -rodeado por una banda de gamberros".