Acoso sexual
Muchas de las mujeres que desempeñan su trabajo donde el sexo contrario es mayoría son diariam,ente acosadas libremente por estos machos de a veces tres patas, que se creena quello de que son el sexo fuerte.En ciertas ocasiones te propinan azotes en el culo o introducen las manos en zona prohibida, o bien pellizcan, seguros de su victoria. También los hay que se dedican a realizar proposiciones deshonestas y a insistir. Incluso conozco casos de amenazas que obtuvieron resultados negativos.
Exisite el típico piropero, que siendo todo un padre de familia respetable resulta ser payaso de feria que desgraciadamente nunca hace gracia. Ya que la mujer no se siente adulada, sino acosada.
Y a la hora de la demanda de un trabajo aún lo tenemos peor, pues existen casos como el mío propio, cuando me presentaba a las pruebas donde solicitaban adir.inistrativas, en las que quedé finalista. Tuve que pasar unos instantes de angustia cuando a mis 16 años me hacían proposiciones: actuar como secretaria y amiga, obteniendo a cambio muchos favores, dejando desde un principio las cosas claras. Tras mi negativa hubo por su parte una clara insistencia, proponiéndome un sueldo sin fin, a lo que yo no accedí. No soy la única que pasa una decepción de ese tipo; somos todas las féminas las que nos exponemos a estas situaciones, en las que por unos momentos nos hacen sentir débiles.
Con esta carta hago un llamamiento a aquellas mujeres que hoy sufren esta situación a actuar con frialdad e inteligencia. Ahí es donde ellos tienen las de perder, y nunca asintáis por miedo u obligación o amenazas sólo porque os venga de gusto.- María del Carmen Robles.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.