Carta Social, 11 a 1
I. C. / F. M., La Carta Social, como sucediera con el intento de junio en Madrid, es el hijo frustrado de esta cumbre.
Antes de la apertura formal del Consejo Europeo, el presidente del Parlamento Europeo, Enrique Barón, expuso a los jefes de Estado y de Gobierno la "inquietud" y el "malestar" por una declaración solemne de los derechos fundamentales de los trabajadores que "no establece principios mínimos", "sólo recoge prácticas nacionales" y "no responde a las expectativas de los ciudadanos".
Barón planteó un decálogo en el que se reclama la reforma institucional de la CE para dotar de verdadero poder legislativo al Parlamento, pero ésta es una inquietud muy ajena a las prioridades actuales de los doce.
El Consejo no profundizó en la Carta, simplemente constató la voluntad de 11 países y la oposición de 1 (el Reino Unido) para asumir ese texto, que no es vinculante.
Queda una última esperanza de que Margaret Thatcher decida reengancharse al resto, aunque la enturbia el horizonte del programa reglamentario de desarrollo que la Comisión Europea se plantea para llevar a cabo en la práctica algunos de estos principios concretos.
La participación de los trabajadores y el simple criterio de que debe existir un salario mínimo asustan al Reino Unido, pero suscitan dificultades políticas incluso en Irlanda, el próximo presidente de la Comunidad Europea.
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