Vargas Llosa: "Mi entrada en política no es un camino sin retorno"
El escritor parte como el gran favorito para ser el próximo presidente de Perú
Mario Vargas Llosa, de 53 años, el novelista peruano candidato a la presidencia de su país por el bloque de derecha Frente Democrático (Fredemo) y claro y destacado favorito en todos los sondeos, afirma que la vuelta a la ortodoxia es la única solución para sacar a Perú del severo caos económico en que se encuentra. Y confía en que la "pujante economía informal" (sumergida), que ocupa al 60% de los peruanos, sea "uno de los factores más esperanzadores del cambio" en territorio peruano.
ENVIADO ESPECIALVargas Llosa advierte sobre efectos terribles" de la creciente influencia del narcotráfico y el narcodólar en la vida económica y social de su país, y señala que sólo la cooperación internacional con cuantiosas ayudas y planes de desarrollo en las regiones productoras de coca podrá colaborar en la sustitución de este cultivo andino cuyas hojas forman la materia de la cocaína.Rodeado de estrictas medidas de seguridad en su residencia limeña del elegante barrio de Barranco, frente al océano Pacífico, en las antípodas de la otra Lima paupérrima, deteriorada y masificada, Vargas Llosa recibió a un grupo de periodistas españoles a los que recordó con nostalgia sus años vividos en Barcelona y los extraordinarios recuerdos que mantiene de aquella época -finales de los sesenta- en la que se fue catapultando el fenómeno de la nueva narrativa latinoamericana, de la que el novelista y ahora candidato a la presidencia peruana es uno de sus más destacados exponentes.
El autor de La ciudad y los perros, Pantaleón y las visitadoras y Conversaciones en la catedral, entre otras obras, asegura que su llegada a la política es algo transitorio y que en ningún caso constituye un "camino sin retorno". "Yo soy escritor, tengo una vocación muy fuerte a la que no estoy renunciando", dice, mientras sonríe despreocupado y no acaba de contestar a la pregunta de si su eventual acceso a la presidencia de Perú no lo alejaría del Nobel de literatura. Inmerso en plena vorágine electoral, ante los comicios del mes de abril, el escritor candidato a presidente asegura que "ahora menos que nunca" le ha visto el sex appeal al poder. Vargas Llosa ilustra la urgencia del plan de estabilización contenido en su programa con algunos indicadores económicos: una. inflación galopante del 30% mensual, "la más alta de América Latina", y "una caída del producto interior bruto del 18% sobre el del año anterior, que ya había caído otro 6%".
"La caída en los niveles de vida en Perú es algo que no tiene precedentes. Los empleados del sector privado han perdido su nivel de ingresos en un 50% en un año y los empleados públicos entre el 65% y el 70%. Hoy deben vivir con la tercera parte de lo que vivían hace un año".
Profundas reformas
El candidato presidencial del Fredemo (integrado por los partidos de derecha Popular Cristiano, Acción Democrática y el Movimiento Libertad, que encabeza el propio Vargas) propugna una serie de profundas y radicales medidas en toda la estructura económica y social del país, con un regreso a la economía del mercado y un carpetazo al estatismo dirigista del presidente Alan García."Es fundamentalmente una reforma del Estado y del intervencionismo estatal. Nosotros tenemos una sociedad completamente entrampada por el intervencionismo del Estado, que llega a unos extremos kafkianos.
A los pobres eso les ha puesto al borde de la legalidad, y eso ha hecho que brote una economía informal (sumergida) que es una economía muy pujante, precaria pero sumamente pujante, infinitamente más creativa que toda la economía que está en manos del Estado".
Es lo que Vargas Llosa llama elogiosamente "capitalismo popular", capitalismo creado sin capitales. Son los miles y miles de peruanos que llenan todas las calles de Lima vendiendo, ofreciendo, comprando toda clase de baratijas, artesanías, comida y todo tipo de objetos. Y que el candidato del Fredemo piensa alentar, ayudar y dinamizar.
Vargas Llosa justifica la generalizada desconfianza de los peruanos hacia su moneda oficial, el inti, en proceso diario de devaluación, y advierte de la terrible influencia del dinero del narcotráfico y de los narcodólares que llegan a Perú en avionetas colombianas, al valle cocalero del Alto Huallaga, donde íntercambian la mercancía con la pasta de coca.
Y eso es gravísimo, porque se puede crear una dependencia nacional de la industria de la droga sobre el flagelo de la violencia política que sufre Perú (17.000 muertos en 10 años y unas pérdidas materiales evaluadas oficialmente en una cifra similar a la deuda externa, unos 17.000 millones de dólares). Vargas Llosa señala que para acabar con el terrorismo no basta sólo la actuación de la policía y los militares, y considera imprescindible la participación de la sociedad civil en todos los niveles, desde la acción militar a las rondas campesinas, pasando por la autoprotección de los centros obreros y de las minas.
Vargas Llosa censura con sarcasmo la intervención del presidente Alan García (que no es candidato a la reelección) en la campaña electoral. "Es un candidato muy activo, no puede con su genio. Quiere ser el muerto de todos los entierros".
Al comentario de un periodista catalán sobre el escaso fervor nacionalista mostrado por el escritor peruano en estas ocasiones, Vargas Llosa responde contundente: "Así es, tengo mucho cariño por Cataluña, pero no por los nacionalistas catalanes ni por los nacionalistas de ninguna parte. Creo que el nacionalismo es una aberración decimonónica que está totalmente reñida con la modernidad".
Los sucesos que están ocurriendo en el Este europeo los considera Vargas Llosa "un triunfo del capitalismo y una derrota de la ideología comunista. Se trata de un momento histórico, de algo extraordinario que está ocurriendo en el planeta, y a mí me alegra enormemente porque creo que esto es un progreso de la cultura, de la libertad, y de la civilización en el mundo".
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