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"¡Dios mío, no puede ser!"

Los colombianos volvieron a contemplar ayer las mismas imágenes de horror que, en una ciudad tras otra, se han repetido en estos cuatro meses que ya dura la guerra narcotráfico-Estado, Estado-narcotráfico. Edificios destruidos, calles por donde era imposible caminar sin tropezar con cadáveres cubiertos de sábanas, hierros retorcidos, vidrios, escombros... Hombres y mujeres que se agarran la cabeza con las dos manos y gritan: ¡Dios mío, no puede ser!".

Ayer, el escenario fue la Carrera 27, esquina con la calle 19, frente al Departamento Administrativo de Seguridad (DAS). Debido a que, por medidas de seguridad, está prohibida la circulación por el carril que cruza frente a esta entidad oficial, el camión bomba que provocó la tragedia fue estacionado en el carril de arriba, justo frente a tres ferreterías. De las tres no quedó nada.

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A las nueve de la mañana, Jorge Enrique Fernández, un hombre de unos 50 años, se paseaba desesperado de un lado a otro, mientras socorristas y bomberos removían los escombros de la ferretería Paloquemado. Allí, debajo de todo ese montón de chatarra, estaban su hijo, su nuera, su nieta. "No quiero mirar; no quiero ver a mi familia destrozada", repetía mientras se abrazaba a algún amigo buscando un apoyo para llorar. Durante un momento hubo esperanza. Se escuchó el llanto de un niño. "Es mi nieta; se llama Liliana, tiene cuatro años", dijo Jorge Enrique con un asomo de ilusión. Pasaron 10 minutos y la esperanza murió. Uno a uno fueron sacados los cadáveres, completamente destrozados. "No puede ser, no puede ser", repetía una y otra vez.

"Digan que odiamos a los narcotraficantes", gritó a los periodistas un hombre que pasó en ese momento. Es una imagen más de esta locura que se ha apoderado de Colombia.

Hasta el 24 de octubre pasado, las cifras del narcoterrorismo eran las siguientes: 222 atentados, 25 muertes y 109 heridos graves. Si se confirma la versión que adjudica a los extraditables el atentado al avión de Avianca que explotó en el aire con 107 personas a bordo, la cifra de muertos llegaría a 132. Aún no se sabe cuántos habrá que añadir una vez establecidas las cifras de la matanza de ayer.

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'Colombia, bajo los signos del terror' fue el título de la nota editorial de El Espectador de ayer. Jorge Child, uno de los comentaristas de este mismo diario, decía en su nota hace dos días: "Llegamos por fin a un punto de no retorno en la crisis política del país. Ya no sólo se trata de una confrontación entre el Congreso y el Ejecutivo en torno a la inclusión de la extradición en el referéndum, sino de la crisis total del sistema".

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